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Estudios del trabajo

versión impresa ISSN 0327-5744versión On-line ISSN 2545-7756

Estud. trab.  no.59 Buenos Aires jun. 2020

 

ARTÍCULOS

Sobreeducación entre los egresados universitarios argentinos: evidencias de una problemática estructural para el período 2003-2018

Overeducation among Argentinian university graduates: evidences of a structural problem for the period 2003-2018

Guido Weksler* 

2 Licenciado en Economía (FCE-UBA). Doctorando en Desarrollo Económico (UNQ). Becario doctoral del CONICET en el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (FCE-UBA).

Resumen

El presente artículo aborda el fenómeno de la sobreeducación entre los egresados universitarios argentinos durante el período 2003-2018. El estudio propone una reconsideración sobre la naturaleza de la problemática a partir de una discusión en torno al rol de la educación en la acumulación de capital. Se realiza una revisión crítica de los argumentos brindados por la teoría neoclásica, confrontándolos con un abordaje alternativo basado en la consideración de la producción de fuerza de trabajo sobrante como característica natural del modo de producción capitalista. En cuanto a la evidencia empírica, el método utilizado para la identificación de la sobreeducación es de tipo objetivo. A partir de la información de la Encuesta Permanente de Hogares se estudia en qué medida la población universitaria se inserta en puestos de calificación profesional. A su vez, se realiza un estudio de panel para cuantificar el grado de permanencia en la condición de sobreeducación.

Palabras clave: Sobreeducación; Graduados universitarios; Argentina; Población sobrante

ABSTRACT

Abstract This article addresses overeducation among Argentinian university graduates during the period 2003-2018. The study purposes a reconsideration of the nature of this phenomenon based on a discussion about the role of education in capital accumulation. A critical review of the arguments provided by the neoclassical theory is carried out, confronting them with an alternative approach based on the notion of the production of surplus labor force as an essential characteristic of the capitalist mode of production. Regarding empirical evidence, the method used for the identification of overeducation is objective. Based on the information from the Permanent Household Survey, it is studied to what extent university graduates are working in professional occupations. Also, a panel study is made to account for the degree of permanence in overeducation.

Key words: Overeducation; University graduates; Argentina; Surplus population

Introducción

Durante la década de 1990, en el marco de una creciente liberalización comercial en Argentina, diversas investigaciones estudiaron el impacto de este proceso sobre el mercado de trabajo local, enfatizando el rol que podría haber jugado el cambio tecnológico en la demanda de trabajadores con mayor formación. Al respecto, múltiples trabajos aportaron evidencia sobre un incremento general del nivel educacional de la fuerza de trabajo, que sin embargo no tuvo correlato en un incremento de la participación de las ocupaciones de mayor complejidad. De esta forma, el diagnóstico compartido fue la tendencia creciente del fenómeno que la literatura especializada denomina como “sobreeducación”, esto es, la existencia de individuos insertos en puestos de trabajo en los que desempeñan tareas de baja complejidad relativa a su grado de formación.

En este marco, el creciente desempleo ha sido identificado como un factor de presión decisivo que operó forzando la aceptación de puestos de baja calificación por parte de los sectores más educados de la población, y que ha facilitado a los empleadores la posibilidad de exigir mayores niveles educativos para acceder a mismos puestos de trabajo. A su vez, ciertos subgrupos poblacionales han sido señalados como quienes se vieron más afectados por el fenómeno, como las mujeres, los jóvenes, y los trabajadores de menor experiencia (INDEC 1997 y 1998; Maurizio, 2001; Pérez, 2005; Salas, 2006; Salvia e Iñigo, 2011; Riquelme y Herger, 2003).

La dinámica del mercado laboral de la posconvertibilidad contrasta en múltiples aspectos con aquella de la década del noventa. El contexto de creación de empleo y de fortalecimiento de las instituciones laborales que -en términos generales- prevaleció desde el año 2003 hasta finales de la década del 2000, abre las puertas a investigar sobre la vigencia de los mecanismos que forzaron anteriormente el incremento de la sobreeducación. No obstante, ha sido señalado que a pesar de las notables mejoras en términos de generación de empleo y distribución de la riqueza verificadas en dicho período, no ha existido un cambio significativo de la estructura productiva argentina (CEPAL, 2012; Castells y Schorr, 2015; Porta et al., 2014, Beccaria y Maurizio, 2017). En este marco, frente a un proceso de expansión de los niveles educativos de la población que se magnificó a lo largo de este período, surge el interrogante respecto de la suficiencia del proceso de crecimiento económico para incrementar la participación de puestos de trabajo de alta complejidad.

Tomando en consideración estos análisis, el presente artículo se propone dos objetivos centrales vinculados entre sí. El primero de ellos consiste en desarrollar una explicación articulada en torno a la naturaleza de la sobreeducación en el modo de producción capitalista, en pos de saldar un debate frecuente en la literatura sobre el carácter friccional o estructural de esta problemática. El segundo objetivo será dar cuenta de la incidencia de este fenómeno -y el carácter estructural bajo el cual se presenta- entre los egresados universitarios argentinos para el período 2003-2018.3

El interés en dicho subgrupo poblacional radica en que Argentina se destaca históricamente entre los países de Latinoamérica por poseer las tasas más altas de matriculación superior y de proporción de población con educación superior completa, siendo que la existencia de un sistema de educación pública con una creciente regionalización de la oferta, de gratuidad en los estudios de grado y de acceso irrestricto ha sido reconocida como un factor central (García de Fanelli y Adrogué, 2015). Por otro lado, como plantearemos más adelante en detalle, en tanto el conocimiento científico interviene crecientemente en los procesos productivos, este grupo poblacional engloba a individuos portadores de la subjetividad productiva necesaria para realizar tareas crecientemente complejas, sin que ello los exima de los impactos del desarrollo tecnológico.

La identificación de la sobreeducación entre los egresados universitarios estará basada en considerar como adecuada su inserción en ocupaciones categorizadas como profesionales dentro del Clasificador Nacional de Ocupaciones4. La fuente de información utilizada será la Encuesta Permanente de Hogares (de aquí en más EPH).

A partir de esto, en el siguiente apartado se verá en primera instancia cómo se enfrenta la teoría neoclásica a la problemática de la sobreeducación, para luego repensarla a partir de considerar los rasgos particulares del capitalismo que hacen a la diferenciación de subjetividades productivas de la fuerza de trabajo, su relación con los sistemas de educación formal y la producción de excedentes de fuerza laboral respecto a las necesidades productivas. El apartado 2 estará destinado a repasar los métodos existentes para la cuantificación del fenómeno y los antecedentes de estudio de la temática, para luego mencionar las definiciones adoptadas en este trabajo. En el apartado 3 se presentará la evidencia empírica respecto a la evolución de la sobreeducación entre la población universitaria bajo el período de estudio. El apartado final estará destinado a plantear las conclusiones y futuras líneas de investigación.

1. Sobre la relación entre educación y trabajo. El fenómeno de la sobreeducación

1.1 El problema bajo la óptica de la economía neoclásica

La relación entre educación y trabajo ha sido analizada ampliamente por la economía neoclásica y en efecto su estudio resulta de plena vigencia en la actualidad. Desde esta perspectiva, el fenómeno en cuestión es estudiado principalmente desde la teoría del capital humano. Este último representa uno de los múltiples factores que contribuyen al producto total, recibiendo una retribución equivalente a su contribución marginal (Becker, 1983; Schultz, 1961). En este marco, la educación representa una inversión que realizan las personas en ellas mismas en pos de obtener un beneficio futuro. La acumulación de conocimientos y habilidades determina distintos niveles de productividad marginal de los trabajadores, que se expresan en un diferencial salarial favorable a aquellos que presentan mayor educación.

A partir de ello, la sobreeducación es interpretada como una subutilización del capital humano disponible en la sociedad. De esto se desprende que la errónea asignación del factor humano presupone una serie de potenciales costos. Para las empresas -y para la economía en su conjunto- significa una merma en la productividad, mientras que para los trabajadores implica una retribución inferior a la percibida por otros trabajadores con misma formación, así como menores niveles de satisfacción con el puesto (McGuinness et al., 2017). Partiendo de la teoría sobre la asignación eficiente de los recursos en mercados perfectos, la teoría neoclásica se enfrenta a la naturaleza de la sobreeducación de forma similar al desempleo. Dado que en un contexto de información y competencia perfecta, y de libre movilidad de los factores dicha problemática no sería factible, el desafío radica en encontrar las fallas o barreras que impiden de manera inmediata la asignación eficiente de los mismos.

En este marco, un gran grupo de teorías plantea diversos factores por los cuales este fenómeno podría ser de carácter friccional o temporario. Para la teoría del capital humano podría existir la sobreeducación en el corto plazo ya que las empresas podrían requerir un cierto tiempo para adaptar sus procesos de producción para utilizar plenamente el capital humano de sus trabajadores (McGuinness et al., 2017). Por otra parte, una serie de modelos centran su atención en los costos de búsqueda de empleo, en la baja flexibilidad geográfica de los trabajadores, o en la información imperfecta que estos poseen respecto a los puestos (Burdett, 1978; Jovanovic, 1979, McGoldrick and Robst, 1996), o bien señalan que las personas pueden aceptar un trabajo para el cual se encuentran sobreeducadas si consideran que mediante la capacitación en el puesto podrán ascender dentro de la empresa (Sicherman y Galor, 1990).

En oposición a estas teorías centradas primordialmente en la relación individual entre ofertantes y demandantes de trabajo, los modelos de Spence (1974) y Thurow (1975) se basan en el reconocimiento de una relación de competencia por el puesto entre los trabajadores. El rasgo distintivo de estos modelos es señalar que la educación formal representa un “recurso” o “señal” en que los trabajadores invierten para incrementar sus posibilidades -entre la “fila de postulantes”- de obtener determinados puestos, siendo que la adquisición de las habilidades más relevantes para desempeñar una ocupación se da al interior de las empresas. De esta forma, a diferencia de la teoría del capital humano, la productividad y los ingresos estarían vinculados a la naturaleza de los puestos de trabajo, siendo las características individuales de los trabajadores simplemente relevantes para acceder a dichos puestos. Como desprendimiento del modelo, la “sobreinversión” en educación sería el resultado de una espiral en la cual la competencia entre trabajadores incrementa constantemente los umbrales educativos requeridos para acceder a los puestos de trabajo,5 y la sobreeducación puede comprenderse como un fenómeno perdurable en el tiempo.

Más allá de las diferencias en las conclusiones derivadas, estos últimos modelos presentan una diferencia cualitativa central respecto al primer grupo de teorías, en tanto al comprender la relación de competencia existente entre los trabajadores, reconocen -aunque de forma implícita - la posibilidad de que el mercado de trabajo no albergue al conjunto de la fuerza de trabajo disponible. No obstante, dicho planteo resulta un tanto extremo al vaciar de contenido el rol de los sistemas educativos en la formación de atributos productivos en la fuerza de trabajo.

En este sentido, en el apartado siguiente se propone una visión alternativa sobre el rol que los sistemas educativos cumplen en la acumulación de capital, particularmente en lo que refiere a la evolución de las características técnicas de los procesos productivos. A su vez, a partir de la consideración sobre algunos rasgos específicos del capitalismo, se abordará de forma alternativa una explicación sobre la naturaleza de la sobreeducación.

1.2 Un abordaje alternativo: educación, diferenciación de la fuerza de trabajo y producción de población sobrante en el modo de producción capitalista.

El capitalismo, como modo de organización de la sociedad, se caracteriza por resolver la división del trabajo indirectamente a través de la producción privada e independiente. De esta forma, es recién al momento del intercambio donde se reconoce el carácter social del trabajo realizado de manera privada. A su vez, la concentración de los medios de producción en manos de un fragmento reducido de la población impone como contrapartida la venta temporal de fuerza de trabajo por parte del resto de la población. Así, la existencia de la fuerza de trabajo como mercancía constituye un rasgo esencial del capitalismo.6 En tanto mercancía de la cual brota el plusvalor, la reproducción de la fuerza de trabajo con determinados atributos productivos constituye una necesidad del capital, sujeto inmediato del proceso de reproducción social.7

Por otra parte, el modo de producción capitalista, en pos de incrementar la producción de plusvalía relativa, encierra la necesidad constante de desarrollar las fuerzas productivas, transformando la materialidad del trabajo, sus formas de organización, y por ende la subjetividad productiva de la clase trabajadora. La forma más potente que encuentra este proceso es el sistema de la maquinaria y la organización del trabajo en la gran industria. Dicho sistema permite rebasar los límites de la capacidad productiva basada en la pericia y fuerza del obrero manual, al sustituir crecientemente su aplicación sobre los objetos y herramientas de trabajo por la objetivación científica del conocimiento en la propia maquinaria (Marx, [1867] 1995; Iñigo Carrera, 2008). La extracción ampliada de plusvalía en base a la aplicación de la ciencia a los procesos productivos requiere poner a cargo de un fragmento de la clase obrera el desarrollo científico y sus aplicaciones tecnológicas, así como también el control y la organización de la producción. Este fragmento de la clase trabajadora cuya subjetividad productiva el capital tiende a expandir, se diferencia de aquel cuya participación en el proceso productivo tiende a ser degradada a la ejecución de tareas simples y repetitivas de asistencia de la máquina.

Sin embargo, en la medida en que la producción general de valores de uso se somete a dicha objetivación científica, el capital requiere formar a este último grupo de trabajadores con ciertos atributos universales -como la capacidad de razonamiento lógico para la comprensión básica del funcionamiento de las máquinas, la lectoescritura para la interpretación de manuales de instrucciones y de determinadas simbologías, etc.- necesarios para emplear los instrumentos portadores de dicho desarrollo (Iñigo y Río, 2016).8 En el devenir histórico, es precisamente con el desarrollo del sistema de gran industria, cuando esta tendencia se pone de manifiesto -aunque de forma progresiva- en el establecimiento de una formación universal obligatoria por fuera de los procesos de trabajo. A partir de allí se expresa plenamente la relación entre los sistemas educativos y el aparato productivo (Labarca, 1980; Hirsch e Iñigo, 2005).9

El pasaje hacia la producción automatizada exacerba la diferenciación en la clase trabajadora. Por un lado, requiere extender aún más el proceso formativo de la porción de la clase obrera a cargo de desarrollar la ciencia básica y las estructuras lógicas complejas para poner en funcionamiento la maquinaria automática, así como también la de aquellos obreros a cargo de la gestión de capitales cuyo ámbito de operación se extiende a lo largo del planeta. Por otro, avanza en la degradación de la subjetividad productiva de la porción de clase trabajadora a cargo del trabajo directo, al volver obsoletas las capacidades particulares vinculadas al conocimiento de máquinas específicas -típicamente adquiridas en la ejecución concreta del trabajo-, aunque requiere en mayor medida atributos generales vinculados a la interpretación de la información que la propia máquina entrega respecto a su funcionamiento (Iñigo y Río, 2016). A su vez, dentro de este fragmento de la clase trabajadora, el capital requiere atributos generales diferentes en sus distintos integrantes. Mientras que, por ejemplo, en unos casos requerirá del manejo básico de una computadora, en otros simplemente requiere la lectoescritura; o ninguna de estas capacidades en tareas no plenamente alcanzadas por la automatización, como por ejemplo los servicios de limpieza, traslado de objetos, preparación de alimentos, etc.

Siguiendo este desarrollo, a diferencia de lo que plantea la teoría del capital humano, la educación no tiene como raíz una abstracta decisión individual de las personas que eventualmente potenciará la acumulación de capital. Al contrario, es el continuo impulso que el capital conlleva hacia la tecnificación de los procesos productivos el que tiende a modificar los atributos que son demandados a las distintas porciones de la clase trabajadora, siendo la expansión o modificación de los sistemas de educación expresiones de ello.10 Visto de esta forma, lejos de ser la educación una mera “señal”, existe una relación entre los atributos productivos que el estadio técnico requiere de la fuerza de trabajo, y la estructura de educación formal que genera dichas capacidades. No obstante, nada garantiza en lo inmediato una correspondencia exacta entre el tipo de fuerza de trabajo disponible -en cuanto a sus atributos- y las necesidades de su utilización productiva para la valorización del capital. De modo contrario, dos rasgos específicos del capitalismo resultan centrales para comprender la existencia de la sobreeducación.

Por un lado, la organización indirecta de la producción social hace del capitalismo un sistema en constante desequilibro entre las mercancías producidas y su respectiva necesidad social. La producción de fuerza de trabajo no está exenta a esta dinámica, con lo cual resulta plausible que en lo inmediato se produzcan trabajadores con atributos distintos a los que efectivamente el capital requerirá poner en marcha. Particularmente, esta dinámica puede verse exacerbada en el estrato de fuerza de trabajo más compleja, al presentarse la necesidad de una formación universitaria bajo la forma de una libre elección de la carrera a seguir, lo cual puede generar excedentes en determinadas profesiones.11, 12

Por otro lado, la producción de un ejército de reserva de trabajadores resulta una condición para la fluidez del proceso de acumulación de capital en tanto garantiza la disponibilidad de obreros ante la expansión de la escala de acumulación, al tiempo que permite hacer frente al carácter cíclico de la producción (Marx, 1995).13 En este sentido, la sobreeducación podría expresar la necesidad de mantener activa -en tareas de baja complejidad- a una porción de fuerza de trabajo de alta formación, para disponer de ella cuando el ciclo de la acumulación requiera un mayor volumen de trabajo de alta complejidad.

Sin embargo, la cuestión no se agota allí, ya que la propia tecnificación de los procesos productivos acarrea la transformación de una creciente porción de la clase trabajadora en sobrepoblación relativa para las necesidades del capital. Así, más allá del carácter cíclico que pueda tener la sobreeducación, resulta posible que fuerzas de trabajo de alta formación se encuentren consolidadas de manera estructural como sobrantes en relación a la demanda de trabajo complejo (Donaire, 2006 y 2017).14 No necesariamente se trata de la automatización total del trabajo complejo o intelectual, sino del hecho de que la aplicación de nuevas tecnologías que incrementan su productividad puede operar reduciendo la demanda total de trabajadores de determinadas profesiones.15

Con todo esto, la existencia de la sobreeducación no puede simplemente reducirse a la falta de información de un agente, la baja flexibilidad geográfica o los altos costos de búsqueda de un empleo. Todos estos mecanismos propios de la falta de coordinación directa en la producción y utilización de fuerza de trabajo acorde a los requerimientos productivos, que podrían vincularse a la sobreeducación temporal o friccional, se combinan con la naturaleza estructural de la producción en exceso de fuerza de trabajo como característica necesaria del capitalismo y como consecuencia de su propio desarrollo.

En este sentido, resultará de particular interés distinguir en qué medida una porción de la población universitaria sobreeducada representa una reserva de fuerza de trabajo compleja temporariamente ocupada en otras actividades y en qué medida la otra porción se encuentra consolidada, con sus atributos productivos superfluos para las necesidades del capital.16

2. La identificación de la sobreeducación: metodologías, antecedentes en la literatura y definiciones adoptadas en este trabajo

Los trabajos pioneros en la temática de la sobreeducación corresponden a Freeman (1975, 1976), quien señaló que la oferta de trabajadores educados sobrepasó a su demanda en el mercado de trabajo estadounidense entre los años 1969 y 1974.17 La evidencia consistía en una tendencia de reducción del ingreso relativo de los egresados superiores, respecto a trabajadores de menor formación. Sobre las bases de la teoría del capital humano, la disminución del retorno observado para este factor fue considerado como una expresión de su relativo exceso de oferta (Freeman, 1976; Berg, 1970).

A partir de allí comenzaron a suscitarse una serie de investigaciones vinculadas a esta temática, destacándose el trabajo de Duncan y Hoffman (1981), quienes revolucionaron el campo de estudio al confrontar directamente a nivel individual el grado de educación de los trabajadores con las demandas de calificaciones de sus puestos.

Actualmente, siguiendo esta línea de análisis -de comparación a nivel individual- se reconocen tres métodos para la delimitación y cuantificación de la sobreeducación (Leuven y Oosterbeek, 2011; OIT, 2018). A continuación, se presentan sintéticamente:18

Método subjetivo: está basado en la percepción de los trabajadores respecto al nivel educativo que consideran adecuados para la ocupación en la que se desempeñan. En algunos casos se pregunta directamente si la persona se considera sub o sobreeducada para su puesto actual, mientras que, en otros, se pregunta por el nivel educativo que considera más adecuado para desempeñarse en dicho puesto, o bien por el necesario para conseguirlo.

Método empírico: el nivel de educación adecuado para determinado puesto se infiere a través de un estadístico descriptivo -promedio, moda o mediana según el caso- de los años educativos observados en quienes desempeñan dicha ocupación. A partir del estadístico seleccionado se fija una medida de distancia, a través de la cual se caracteriza cada caso. Por ejemplo, Verdugo y Verdugo (1988) consideran a un trabajador sobreeducado si sus años de educación son superiores a la media observada para dicha ocupación, en más de un desvío estándar.

Método objetivo o de análisis del puesto: el nivel de educación formal adecuado para cada puesto de trabajo se basa a partir de la información proveniente de algún clasificador de ocupaciones que contenga alguna indicación respecto de la complejidad de las tareas vinculadas a dicha ocupación, la tecnología involucrada en las mismas, y el tipo de habilidades requeridas para desempeñarlas adecuadamente.

A su vez, al reconocer que las aptitudes productivas no se adquieren únicamente mediante la educación formal, el campo de estudio se ha complejizado a partir del desarrollo de encuestas que buscan captar el conjunto de habilidades o skills portadas por los individuos, para a partir de ellas analizar su adecuación a los puestos de trabajo que ocupan (Leuven y Oosterbeek, 2011; McGuinness et al, 2017).

Al no existir consenso en la literatura respecto a cuál de los métodos resulta el más preciso, numerosos trabajos han estimado bajo distintos métodos la incidencia de la sobreeducación, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo, señalando que este fenómeno afecta significativamente a todos ellos, aunque reconociendo que su magnitud resulta muy disímil según el método utilizado (McGuinness, 2006; Mehta et al 2011; Leuven y Oosterbeek, 2011).

En Argentina, la EPH representa la fuente de información por excelencia para analizar, de forma continua y con una cobertura de los principales aglomerados urbanos del país19, la relación entre las características de los puestos de trabajo y el nivel de formación de quienes los ocupan. Respecto al nivel de formación de los individuos, la encuesta releva el máximo nivel educativo formal alcanzado,20 pero no presenta ninguna información respecto de la adquisición de habilidades por fuera del sistema educativo formal. Por otro lado, las características de los puestos de trabajo son captadas mediante la declaración de los propios trabajadores sobre el nombre de la ocupación que desempeñan, las tareas realizadas y el tipo de maquinaria o equipamiento utilizado. A partir de ello, las ocupaciones se clasifican en función de cuatro dimensiones contempladas por el Clasificador Nacional de Ocupaciones (CNO). Una dimensión central para este campo de estudio es la que corresponde a la variable de Calificación Ocupacional, dado que es la relacionada con la complejidad de las tareas realizadas, y que “se trata de una característica objetiva del proceso de trabajo que determina los requerimientos de conocimientos y habilidades de las personas que desempeñan las ocupaciones” (INDEC, 2001).

Siendo que el cuestionario de la EPH no incluye preguntas sobre la percepción que los trabajadores tienen respecto a los conocimientos requeridos para desempeñarse en sus puestos, la aplicación de un método subjetivo no resulta posible a partir de esta fuente. En este marco, entre los antecedentes de estudio locales de cobertura nacional, las estimaciones se basan en distintas variantes de los métodos objetivo y empírico.21

Entre las estimaciones basadas en métodos de análisis del puesto, se encuentran los trabajos pioneros del INDEC (1997 y 1998), donde a partir de un estudio de los objetivos mínimos de los distintos niveles educativos y de la definición de las calificaciones se propone una “vinculación hipotética entre los niveles de calificación ocupacional y los de educación formal alcanzado” (INDEC, 1998, pp. 16). Por su parte, Donaire (2006 y 2017) analiza la inserción de los egresados de la educación superior en funciones intelectuales, considerando no sólo la calificación, sino también la dimensión de jerarquía de los puestos. Finalmente, otros autores han optado por evaluar la adecuación a los puestos de trabajo locales a través de los niveles educativos definidos en registros de ocupaciones norteamericanos (Maurizio, 2001; Jiménez, 2014).22 Los trabajos con métodos estadísticos se diferencian principalmente según el criterio de agrupamiento de ocupaciones para las cuales se observa la distribución de niveles educativos. Mientras que algunos de ellos organizan a las ocupaciones según la rama de actividad (Waisgrais, 2005), otros proponen divisiones en base a estratos socio-ocupacionales (Pérez 2005), o bien a determinada construcción de categorías ocupacionales a partir del CNO (Jiménez, 2014; Salas, 2006).

Al igual que en el plano internacional, la existencia de notables disparidades en los niveles -y en la evolución- de la tasa de sobreeducación local según el método escogido, así como las limitaciones propias a cada uno de ellos, se manifestó en estudios en los cuales se han aplicado distintas variantes de los métodos a una misma población de análisis (Waisgrais, 2005; Jiménez, 2014; Weksler, 2019). En función de ello, en este trabajo se optó por asociar a la población de formación universitaria completa con el conjunto de ocupaciones de calificación profesional del CNO. Al estar dicha categoría basada en un previo análisis de cada una de las ocupaciones, el método aplicado para determinar la inserción laboral adecuada se asemeja a uno de tipo objetivo o de análisis del puesto. Si bien la definición de lo que constituye una ocupación de calificación profesional hace referencia a una serie de aptitudes asimilables a las que se adquieren mediante la formación universitaria, vale aclarar que la correspondencia aquí establecida no es en sí misma estricta. En tanto que el criterio establecido en el CNO para delimitar las ocupaciones profesionales de las técnicas resulta poco preciso,23 podrían existir ocupaciones técnicas que efectivamente requieran formación universitaria.24

Por otro lado, en lo que hace a los estudios de largo plazo, este método presenta la desventaja de que -en tanto supone una asociación inamovible entre una determinada ocupación y un nivel educativo- no permite captar las posibles transformaciones en los procesos de trabajo que pudieran implicar cambios en las aptitudes requeridas, y por ende en el nivel de formación.25

Sin perjuicio de lo anterior, acorde a la población de análisis, la tasa de sobreeducación a estimar queda definida como el cociente entre los universitarios ocupados en puestos no profesionales y el total de universitarios ocupados. Por otro lado, en línea con el abordaje propuesto, en tanto se busca también cuantificar al conjunto disponible de fuerza de trabajo de alta formación cuyos atributos resultan consolidadamente superfluos respecto a los requerimientos productivos, se plantea como segundo indicador la tasa de fuerza de trabajo sobrante. El numerador de esta se encuentra compuesto por aquellos universitarios ocupados en puestos no profesionales con una antigüedad mayor al año, y por los universitarios desocupados cuya ocupación anterior -en caso de tenerla- no haya sido profesional. El denominador está compuesto por el total de fuerza de trabajo universitaria activa (ocupados y desocupados).26

En función de la extensión temporal del estudio, el análisis estará restringido a los 28 aglomerados presentes en la EPH en el año 2003. A su vez, dado el reducido tamaño de la población de estudio, la información será presentada en términos anuales. Cabe mencionar que para aquellos años en los cuales no han sido publicadas las bases de microdatos de la EPH de los cuatro trimestres (2007, 2015 y 2016), la información corresponde al promedio de los trimestres disponibles. Por otro lado, no resulta menor la mención respecto a los cambios introducidos en la población proyectada de EPH entre el tercer trimestre de 2013 y el segundo trimestre de 2014, y en el segundo trimestre de 2016. Ambos efectos generan distorsiones en las series.27 Sin perjuicio de ello, se procederá a analizar las tendencias generales, sin focalizar sobre dichos años en particular.

3. La sobreeducación entre los egresados universitarios argentinos en el período 2003-2018

Los resultados obtenidos mediante la construcción de los indicadores mencionados revelan que a lo largo del período de análisis la tendencia ha sido hacia una agudización de la sobreeducación entre los universitarios. Mientras que en el año 2003 un 43,1% de dicha población se encontraba sobreeducada, hacia el año 2018 el guarismo alcanza un 50,6%. Esta magnitud se ve amainada en el segundo indicador principalmente por la existencia de un contingente no menor de universitarios que, si bien se encuentran en puestos de baja calificación, presentan una antigüedad menor al año. Igualmente, la tasa de fuerza de trabajo universitaria sobrante muestra en el acumulado un resultado en alza, pasando del 26,2% en 2004 al 32,2% en 2018.

Cuadro 1 Tasa de sobreeducación y de fuerza de trabajo universitaria sobrante. 2003-2018.  

Mientras que en la década de 1990 el diagnóstico común había sido que el creciente desempleo operó como un factor de presión para la aceptación de puestos de baja calificación, y que disparó la sobreeducación; la drástica reducción del desempleo que se evidencia entre el año 2003 y el 2010 no basta para revertir dicha tendencia en el segmento de mayor formación de la fuerza de trabajo, sino más bien para estabilizarla. Este fenómeno encuentra su raíz en el bajo ritmo en que se expandió la creación de puestos de trabajo de alta calificación, en relación con la expansión de la oferta de graduados universitarios (Groisman y Marshall, 2013).28 A partir del año 2010 cuando la creación de empleo comienza a estancarse, la sobreeducación vuelve a mostrar una tendencia creciente. En el Gráfico 1 este fenómeno se pone de manifiesto al comparar la evolución de las magnitudes de población activa con título universitario y de puestos de calificación profesional.

Gráfico 1 Población económicamente activa (PEA) con título universitario y cantidad de puestos profesionales. 2003-2018 

La evidencia refleja una brecha levemente creciente entre ambas, dando cuenta de la imposibilidad para una masa cada vez mayor de población universitaria de desempeñarse en ocupaciones acorde a sus calificaciones. Así, mientras en el año 2003 la población universitaria activa excedía en un 24% al total de ocupaciones de calificación profesional, esta relación se amplió alcanzando un 44% hacia el año 2018.

Acorde a lo desarrollado, este fenómeno tiene como correlato de forma estructural que una porción de esta población ejerce presión sobre el segmento de menores calificaciones del mercado laboral, siendo la población con menores niveles educativos la que enfrenta en mayor medida la desocupación (ver Gráfico Anexo 1). En este sentido, el Gráfico 2 presenta la distribución de la población universitaria según su estado ocupacional, incluyendo la desagregación por calificación del puesto para los individuos ocupados.

Gráfico 2 Distribución de la población con título universitario según estado ocupacional y calificación del puesto. 2003-2018 

Se destaca aquí que la pérdida de participación de los universitarios en puestos de calificación profesional obtiene como contrapartida principal un incremento de puestos de calificación operativa. Aun considerando la posibilidad de que ciertas ocupaciones técnicas puedan ser compatibles con las habilidades adquiridas mediante la formación universitaria, no resulta despreciable la existencia de una numerosa y creciente masa de universitarios insertos en puestos operativos, cuyo carácter se encuentra definitivamente alejado de la necesidad de conocimientos científicos. A modo ilustrativo, en el Gráfico Anexo 2 puede observarse que, para los últimos años, las actividades de calificación operativa en las que se han concentrado los universitarios están vinculadas a las ramas de administración pública, comercio y reparaciones, e industria manufacturera. Particularmente, siendo que estas dos últimas ramas no suelen concentrar grandes volúmenes de trabajos profesionales, resulta difícil pensar que quienes se ocupan en ellas puedan estar en proceso de ascender hacia puestos de mayor complejidad.

La evidencia sobre la persistencia de una masa de trabajadores universitarios ocupados en tareas de baja calificación relativa a sus capacidades, abre las puertas a continuar indagando si este contingente es constantemente renovado, o bien si se trata de los mismos individuos que se encuentran consolidados en dicha situación. En pos de avanzar hacia una respuesta al respecto, el esquema de rotación de la muestra de la EPH permite identificar a los mismos individuos encuestados en distintos momentos del tiempo y estudiar sus patrones de movilidad laboral. A partir de ello, se construyó un pool de datos en panel con observaciones interanuales para la población universitaria, identificando su situación de inserción ocupacional en ambos períodos.29 En este sentido, el Cuadro 2 refleja para el conjunto del período 2003-2018 la matriz de transición de destino entre puestos de calificación profesional, puestos no profesionales, la desocupación y la inactividad.30

Cuadro 2 Transiciones de la población con título universitario según estado ocupacional y calificación del puesto. Total período 2003-2018 

Como puede observarse, en promedio a lo largo del período, la probabilidad de abandonar un puesto de baja calificación, para pasar al año siguiente a ocupar un puesto profesional ha sido del 22,5%. Ello refleja que efectivamente en algunos casos la sobreeducación puede tener un carácter friccional/temporal como plantea la teoría convencional. Sin embargo, una amplia mayoría (73,5%) de los universitarios insertos en puestos de baja calificación ha permanecido estancado en dicha condición al año siguiente. Por otro lado, resulta llamativo destacar que la probabilidad de abandonar la desocupación viene mayoritariamente asociada a la inserción en puestos de baja calificación, y que entre los individuos insertos en puestos profesionales también existe un contingente (18,3%) que transita hacia la sobreeducación. La desagregación de esta matriz en tres subetapas de análisis (Cuadro 3) propias a distintos momentos del ciclo de acumulación (2003-2010, 2011-2015 y 2016-2018),31 refleja que tanto la probabilidad de permanecer en puestos profesionales, como la de “ascender” o “transitar” hacia ellos desde ocupaciones menos calificadas, desde el desempleo y desde la inactividad ha disminuido con el correr del tiempo.

Cuadro 3: Transiciones de la población con título universitario según estado ocupacional y calificación del puesto, según subetapa de análisis. 

En última instancia, cabe evaluar en qué medida la sobreeducación es o no un fenómeno propio a los inicios de las carreras laborales de los individuos (Leuven y Oosterbeek, 2011). En este sentido, el Cuadro 4 presenta la apertura de la matriz de transición, según dos grupos etarios. Por un lado, dentro del grupo de menores de 35 años se destaca la baja probabilidad de permanencia en la inactividad, reflejando en muchos casos las primeras “salidas” al mercado laboral tras la finalización de los estudios. Si bien la probabilidad de transitar desde la inactividad hacia puestos profesionales resulta levemente superior respecto a la inserción en puestos no profesionales, se destaca para este grupo etario el alto porcentaje de movimientos hacia la desocupación (12,1%). Desocupación que, a su vez, en gran medida, desemboca en futuras situaciones de sobreeducación (41,5%).

Cuadro 4 Transiciones de la población con título universitario según grupo etario. Total período 2003-2018 

Finalmente, una evidencia importante a remarcar es que la proporción de individuos menores de 35 años que persisten en puestos no profesionales a lo largo de un año no presenta grandes diferencias respecto al grupo de mayor edad (74,6% y 72.8% respectivamente). Así, la sobreeducación se constituye como un fenómeno que, lejos de ser coyuntural o propio a los inicios de la vida laboral, se manifiesta con persistencia entre personas pertenecientes a distintos grupos etarios.

Consideraciones finales

La problemática abordada a lo largo del artículo abre las puertas a una consideración fundamental. La formación universitaria, si bien tiende a asegurar la futura venta de la fuerza de trabajo, no es en sí misma garantía del acceso a puestos de alta complejidad, los cuales suelen estar asociados a mejores salarios y condiciones laborales en general. El término “sobreeducación” podría equívocamente sugerir que el problema radica en un exceso de educación en la fuerza de trabajo. Sin embargo, a la hora de problematizar sobre el desarrollo económico, el mayor desafío radica en estudiar si existe posibilidad alguna para transformar la estructura productiva hacia actividades de mayor complejidad, dado el potencial que presenta para la Argentina contar con un creciente contingente de graduados universitarios, fruto de la existencia de un sistema educativo que, aún con múltiples deficiencias, sigue siendo público y de acceso gratuito, a diferencia de otros países de la región.

Un aspecto principal destacado en este trabajo es que, aún en el contexto de crecimiento económico y expansión del empleo que -en términos generales- rigió durante la primera década posterior a la crisis de principio de siglo, la sobreeducación entre los egresados universitarios se ha incrementado, dado que dicho contingente se ha expandido en una cuantía mayor a la cantidad de ocupaciones de alta complejidad. Tras unos años de estancamiento, el período que se inicia en 2016 tampoco ofrece una situación alentadora al respecto al evidenciarse una creciente desocupación en la población de distintos niveles educativos, siendo plausible que ello desate los mecanismos de presión ampliamente mencionados por la literatura.32 Por otro lado, en línea con la revisión crítica realizada sobre las teorías convencionales, los indicadores construidos han aportado evidencia para dar cuenta de que esta problemática tiene un carácter estructural para un gran conjunto de estos trabajadores. Considerando a la producción de sobrepoblación relativa como una característica inherente al capitalismo, la persistencia de fuerza de trabajo que no es demandada en puestos acordes a sus capacidades expresa una forma particular de población sobrante.

En este sentido surge el interrogante sobre cómo se ve afectada la reproducción de la población sobreeducada, en tanto fuerza de trabajo que no logra realizar su mercancía de manera normal. En primera instancia esta podría deteriorarse al percibir ingresos inferiores a los requeridos por una fuerza de trabajo de alta complejidad. Al respecto, sería necesario fortalecer las evidencias existentes respecto a que los trabajadores sobreeducados tienden a percibir un ingreso inferior a lo que harían en un empleo acorde a su nivel educativo (Waisgrais, 2005). Este análisis podría ampliarse considerando la intensidad del trabajo que realizan quienes se encuentran en dicha condición. A su vez, el hecho de que la sobreeducación sea reconocida como una problemática global, abre la pregunta respecto a las particularidades del caso argentino, más allá de las meras diferencias de magnitud respecto a otros países. La posibilidad de realizar comparaciones internacionales contribuiría en esta dirección. Finalmente, esta temática indudablemente puede enriquecerse de las múltiples discusiones en torno al futuro del trabajo. El análisis conjunto del impacto que generarán los últimos desarrollos tecnológicos en la estructura de calificaciones a nivel global, y de cómo se verá afectada la economía local en este escenario representa un gran desafío en este camino. Todas estas facetas se presentan como futuras líneas de investigación.

Agradecimientos

Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto UBACyT 20020170200090BA “Las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo en la Argentina reciente en perspectiva histórica y su vínculo con las particularidades de su proceso de acumulación de capital” (Categoría Modalidad II - Programación 2018) dirigido por Damián Kennedy.

Agradezco los valiosos comentarios a las versiones anteriores realizados por los evaluadores de la revista y por Agustín Arakaki, Fernando Cazón, Diego Kozlowksi, Facundo Lastra, Laura Pacífico, Matías Sánchez y Lucas Terranova.

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ANEXO

Gráfico A1 Tasa de desocupación según niveles educativos. 2003-2018 

Gráfico A2 Participación de los universitarios ocupados en ramas de actividad, según calificación del puesto. Años 2017 y 2018 

Recibido: 26 de Diciembre de 2019; Aprobado: 06 de Marzo de 2020

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