Existe una emergente controversia en relación al papel que cumple la diskinesia escapular como posible causa de dolor de hombro. Históricamente, se ha sugerido que esta condición contribuye mecánicamente al inicio y a la persistencia de síntomas en los cuadros dolorosos de hombro1,2, motivo por el cual varios autores han enfatizado la importancia de restaurar la cinemática normal de la escápula como principal objetivo terapéutico dentro de la rehabilitación.3,4 Sin embargo, estudios recientes han cuestionado el rol de esta condición como posible causa de dolor de hombro. En primer lugar, se ha propuesto que determinadas posturas y movimientos de la escápula que normalmente se clasifican como diskinesia escapular, también podrían representar estrategias adaptativas para evitar el daño y/o dolor en los tejidos, o incluso también ser expresiones aleatorias relacionadas a variaciones naturales en el movimiento.5,6 Otros estudios han comparado programas de rehabilitación orientados específicamente a la escápula vs. programas no específicos, obteniendo mejoras tanto de dolor como de la función similares entre ambos, pero sin cambios en la cinemática escapular o en la diskinesia clínicamente establecida.3 Además, se ha encontrado una alta prevalencia de diskinesia escapular en poblaciones que son asintomáticas, generando cierto cuestionamiento sobre su relevancia clínica, siendo éste uno de los puntos donde contribuyen los resultados del estudio realizado por Villarruel et al.7 En este último se buscó describir la presencia de diskinesia escapular en sujetos asintomáticos, obteniendo como resultado que la prevalencia de esta condición alcanzó un 70% de la muestra estudiada, sin importar el evaluador. Si bien existen algunas limitaciones detalladas por los autores, los resultados obtenidos van en línea con los reportados en la literatura. Plummer et al., en su ensayo clínico aleatorizado, reportaron una prevalencia de diskinesia escapular mayor al 60% en sujetos con y sin dolor de hombro.8 Llamativamente, Madsen et al. encontraron que la prevalencia de diskinesia escapular en nadadores jóvenes sin dolor de hombro, aumentaba a medida que la sesión de entrenamiento transcurría, alcanzando una prevalencia total del 82% de la muestra estudiada9, habiendo también otros estudios que muestran cambios en la posición escapular en sujetos deportistas sin dolor.10
Pese a que existen estudios que asocian a la diskinesia escapular con el dolor de hombro2,11, también encontramos una tendencia general que pareciera replicarse cada vez más: esta condición tendría una alta prevalencia en personas sin dolor. De hecho, varios estudios de calidad, concluyen que la diskinesia escapular de forma aislada no sería un factor de riesgo para desarrollar dolor de hombro en un futuro.12,13 Sí se encontró que es un factor de riesgo en jugadores de handball cuando la diskinesia está asociada a un déficit de fuerza en los músculos rotadores externos del hombro y con un aumento en la carga externa del 20%.14 Esto inevitablemente nos invita a reflexionar: ¿se puede definir a la diskinesia escapular como una patología? ¿o estamos “patologizando” un fenómeno que podría ser una consecuencia de las adaptaciones fisiológicas y/o expresiones de variaciones naturales en el movimiento?, ¿cuál es la relevancia clínica de una condición que pareciera tener una alta prevalencia en personas sin dolor de hombro?, ¿debemos considerarla como un factor de riesgo de forma aislada o sólo cuando está asociada a variables como déficits de fuerza muscular y aumentos en la carga externa?
Otro punto que es conflictivo en esta problemática, es la fiabilidad de los instrumentos y/o modalidades que evalúan la función escapular. Cabe aclarar que existe una considerable dificultad a la hora de comparar los resultados entre los estudios, debido a las diferencias metodológicas y de evaluación existentes entre ellos. Mientras que algunos trabajos utilizan la evaluación mediante la observación visual estática de la escapula15,16, otros incluyen tests más dinámicos6,13, incluso a través del análisis de software y computadoras en 3D17, lo que hace sumamente dificultoso extrapolar y comparar los datos obtenidos debido a esta heterogeneidad y a los inconsistentes protocolos de evaluación. Citando de nuevo al estudio de Villarruel et al.7, los autores emplearon el test de diskinesia escapular propuesto por McClure et al. como forma de evaluación17, contando con 3 evaluadores: uno de ellos utilizó la observación directa como único método de evaluación; otro lo hizo mediante la observación directa y complementando la decisión mediante la visualización de video; y el restante, únicamente a través del análisis de video. Lo llamativo de esto, es que el grado de acuerdo global entre los tres evaluadores obtuvo un valor de Kappa de 0,25, lo que puede interpretarse como bajo-moderado, y sólo se obtuvieron valores de acuerdo moderados cuando los evaluadores utilizaron el análisis de video como complemento, lo que marca la pauta de que quizás la observación visual directa en forma aislada no sea un método del todo confiable. En su revisión sistemática, D’hondt et al.18 encontraron evidencia insuficiente para recomendar cualquier instrumento para evaluar la postura, movimiento y disfunción escapular de entre más de 28 modalidades y tests evaluados en su estudio, conclusión que se replica también en otra revisión existente en la literatura.19 Otro dato llamativo, es que en el estudio de Plummer et al. los evaluadores que no estaban cegados reportaron una mayor tasa de diskinesia escapular que los examinadores que sí lo estaban8, lo que puede ser un dato clínicamente significativo e indicar un posible sesgo de confirmación, ya que se reportó una mayor presencia de esta condición cuando los examinadores sabían que estaban calificando un hombro con dolor. Teniendo en cuenta esto, es que también nos podemos preguntar ¿cómo es posible llegar a conocer el rol de esta condición en los cuadros de dolor de hombro si la literatura no reporta hasta el momento un método fiable para medirla y cuantificarla?
Como conclusión, los datos arrojados por el estudio de Villarruel et al. y los reportados en la literatura, evidencian una clara tendencia con respecto a esta problemática: la diskinesia escapular es un hallazgo común en personas con y sin dolor de hombro, y sobre todo en aquellos que practican deportes overhead. Intentado brindar un poco de claridad, se ha propuesto utilizar una batería de tests y razonamientos clínicos para intentar dilucidar si el cambio, alteración y/o modificación del movimiento escapular, puede estar influyendo en el cuadro de dolor de hombro.20 La utilización de los tests de modificación de síntomas como el test de asistencia escapular y el test de reposicionamiento escapular, y algoritmos de evaluación como el procedimiento modificador de síntomas de hombro propuesto por Jeremy Lewis parecieran ser los más apropiados para esto, presentando una adecuada fiabilidad.21,22,23 Como premisa general, si se aplican estos tests/procedimientos y el síntoma del paciente disminuye o se modifica, se podría interpretar que la cinemática escapular tendría una posible asociación con el cuadro de dolor existente.
Queda mucho por conocer aún. Se necesitan futuros estudios que logren, como primera medida, un método de evaluación fiable y práctico de la diskinesia escapular, para luego procurar reconocer el verdadero rol de esta condición en los cuadros de dolor de hombro.