El Índice de Barthel (IB) o Índice de Discapacidad de Maryland1, fue diseñado en 1955 por Mahoney y Barthel para medir la evolución de sujetos con procesos neuromusculares y musculoesqueléticos en un hospital para enfermos crónicos de Maryland, y se publicó diez años después.2 Ha sido utilizado para la valoración de la independencia en accidentes cerebrovasculares, traumatismos encéfalocraneanos, enfermedad de parkinson, adultos mayores y patologías ortopédicas. Para obtener una definición de independencia, nos podríamos respaldar en la Clasificación Internacional de Funcionalidad, Discapacidad y Salud e incluirla en “Actividad”: realización de una tarea o acción por parte de un individuo, cubriendo un amplio rango de áreas vitales que se extienden desde el aprendizaje básico o la mera observación de una tarea, hasta otras áreas mucho más complejas como interacciones interpersonales o empleo (dentro del apartado de “Autocuidado” que hace referencia a lavarse y secarse, el cuidado del cuerpo y partes del cuerpo, vestirse, comer y beber, y cuidar de la propia salud).3
Resulta muy importante la valoración del autocuidado y de las actividades en todos los pacientes que están cursando una rehabilitación, tanto en la primera etapa como antes del alta.
Al principio, el IB se evaluaba mediante la observación directa, hoy en día se ha generalizado la obtención verbal de información directamente del individuo o de su cuidador principal. Ambos métodos ofrecen fiabilidad similar. Es fácil de aplicar, aprender y de interpretar por cualquier miembro del equipo con un tiempo medio requerido para su realización de cinco minutos, su aplicación no causa problemas y es bien aceptada por los pacientes. Además, puede ser repetido periódicamente.2
La obtención de las propiedades psicométricas es un proceso largo y muy complejo, pudiendo ser diferente entre cada artículo que encontremos en la bibliografía que habla de este tema. Comprende varias etapas y requiere un número elevado de sujetos. Supone además disponer de herramientas estadísticas para efectuar procedimientos que pueden resultar complejos.4
Por su parte, el IB ha ido siguiendo un largo camino hasta finalmente obtener una versión en español. Primero fueron Baztán et al5, en 1993, que nos dieron una tabla en español para poder tomar la escala y luego fueron Buzzini et al6, aquí mismo, en Argentina, los que dieron las primeras propiedades psicométricas y realizaron una traducción sin mayores estándares en el año 2002. Después nada se sabe del IB, más que usos en la práctica clínica habitual en pacientes crónicos.
Los investigadores del artículo comentado decidieron realizar la traducción y la adaptación transcultural del IB dentro de los estándares de la International Test Commission (ITC)7, además del artículo publicado por Beaton et al.8
Dentro de las fortalezas del estudio, se encuentra la guía de la ITC como norte para realizar la traducción. Además de una prueba en un focus group, lo cual permite obtener información estructurada sobre el grado de superposición de constructos.7 La muestra de 30 sujetos recomendada por Beaton et al permite no solamente realizar una preprueba para evaluar las futuras propiedades psicométricas, sino también asegura que la versión adaptada aún conserva su equivalencia en una situación aplicada.8
Como debilidades, puedo decir que no hay información acerca del grupo de expertos, si estos son profesionales de la salud, investigadores, etc. Un experto es una persona o un equipo con suficiente conocimiento combinado de los idiomas involucrados, las culturas, el contenido de la prueba y los principios generales de pruebas, para producir una traducción/adaptación de calidad profesional.7
Respecto del artículo no mencionado por los autores6 que realizan la confiabilidad de la escala, podríamos hacer una lectura crítica del mismo dando cuenta que no se llevó a cabo una traducción estandarizada, que no existió adaptación transcultural y que no realizaron la validación refiriendo que ya estaba lo suficientemente validada en el mundo, pero es un trabajo que podría ser utilizado de guía.
Finalmente, destaco los trabajos científicos de traducciones y de obtención de propiedades psicométricas, ya que son el primer paso para la construcción de un conocimiento científico basado en la evidencia de gran magnitud, conociendo a fondo las herramientas que usamos para medir a los pacientes en la práctica clínica habitual.