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Estudios Socioterritoriales

On-line version ISSN 1853-4392

Estudios Socioterritoriales vol.29  Tandil June 2021

http://dx.doi.org/10.37838/unicen/est.29-215 

Artículo científico

Pensar desde el territorio el tránsito hacia otras epistemes

To think from the territory of the transit to other epistles

Silvia Carina Valiente1 
http://orcid.org/0000-0003-1788-6330

1 Doctora en Geografía. Investigadora Adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET. Centro de Investigación y Transferencia de Catamarca (CITCA). Conicet-Universidad Nacional de Catamarca (Conicet-UNCA). Prado 367 y Belgrano 300, (4700) San Fernando del Valle de Catamarca, Catamarca, Argentina, scvaliente@gmail.com

Resumen

Este artículo tiene por objetivo pensar desde el territorio el tránsito hacia otras epistemes en el marco de un patrón extractivista, en la actual fase neoliberal del capitalismo en Andalgalá (Catamarca, Argentina). Concretamente se analizará la persistencia de herencias coloniales entrelazadas en la vida cotidiana como la continuidad de un patrón de ser, saber y poder colonial en las dimensiones económico-política, epistémica y ontológica, que se reproducen a nivel molar y molecular e impiden el movimiento hacia otras formas posibles de existencia. En este estudio, se hará una aproximación al hacer-pensante de los sujetos en el territorio considerando sus puntos de vista como un tipo de narrativa articulada a la geografía y cronología de una experiencia, que, como tal, enuncia subjetividades, miradas, significados, situaciones vitales del sujeto enunciador, considerando los relatos como fragmentos de un todo más amplio, complejo y heterogéneo.

Palabras clave: Territorio; Episteme; Herencias coloniales

Abstract

The purpose of this article is to think, from the territory, the transit to other `epistemes´ in the framework of an extractivist pattern, in the current neoliberal phase of capitalism in Andalgalá (Catamarca). Specifically, we will analyze the persistence of intertwined colonial inheritances in daily life as the continuity of a pattern of colonial being, knowledge, and power in the economic, political, epistemic, and ontological dimensions, which reproduce at the molar and molecular level and impede movement towards other possible forms of existence. In this study, we will approach the thinking of subjects in the territory considering their points of view as a type of narrative articulated to the geography and chronology of an experience, which enunciates subjectivities, looks, meanings, and vital situations of the enunciating subject, considering the stories as fragments of a larger, complex and heterogeneous whole.

Key words: Territory; Epistle; Colonial inheritances

Introducción

En este artículo se analizará la continuidad de un patrón de poder, ser y saber colonial que se presentan como herencias coloniales (materiales y simbólicas) que actúan entrelazadamente a nivel molar y molecular (Castro-Gómez, 2012) en nuestros días, y dejan marcas que se expresan en las diversas maneras de razonar, emocionarse y recordar por parte de los sujetos de Andalgalá.

En el abordaje del patrón extractivista que organiza el espacio-tiempo en Andalgalá, se recupera el supuesto que todo conflicto y problema social tiene una dimensión política-ecológica, y que, a su vez, todo problema ecológico deviene en un problema político, teniendo lo político efectos y consecuencias ecológicas desencadenantes de procesos ecológicos (Machado, 2016). Esa concepción, originada en la Ecología Política, aporta una definición de territorio en términos ecobiopolíticos.

La Ecología Política, en definitiva, constituye un complejo campo teórico-práctico que nace de y se centra en la indagación de los modos históricos de producción y sustentación de la Vida y de organización de la reproducción social por parte de determinadas poblaciones humanas, así concebidas como comunidades ecobiopolíticas, es decir, pueblos/culturas en tanto entidades histórico-geopolíticas vivientes (Machado, 2018) (cursivas en el original).

Desde la geografía crítica y en complementación a esta visión, el brasilero Carlos Walter Porto-Gonçalves, nos acerca otra visión del territorio en términos históricos, políticos, atravesado por diferentes racionalidades y tensiones, y nos sugiere:

(...) pensar la tierra desde el territorio implica pensar políticamente en la cultura. Por tanto, en las distintas racionalidades en conflicto. Concretamente, la lucha política fue también una lucha por afirmar otras epistemes. En esas circunstancias se inventó una determinada territorialidad, la reserva extractiva, donde incluso se rompe con la tradición eurocéntrica de, como siempre, separar, en este caso, la naturaleza de la sociedad, como se hace en las unidades de conservación. (Porto-Gonçalves, 2006, p. 168, en Labigalini 2018, p. 44) (traducción nuestra)

Desde esa manera de pensar lo territorial, articulado a la política y la cultura, y a distintas racionalidades, se repasarán las luchas que se libran en el territorio por afirmar otras epistemes como una manera de combatir las herencias coloniales.

Algunas precisiones teórico-metodológicas

Es oportuno comenzar estas precisiones explicitando la noción de episteme. Esta concepción de Foucault es recuperada en este escrito para dar cuenta de un estilo de pensamiento y conocimiento que se desarrolla “dentro de cada época en relación con las formas de pensar la vida, el trabajo y el lenguaje (…) moldea para cada época, lo que se puede conocer” (Sandoval 2018, p. 105). Sobre eso que pensamos en cada época, los teóricos decoloniales nos hacen caer en cuenta que gran parte de nuestras especulaciones están atravesadas por la triple colonialidad (del ser, saber, poder).

La opción decolonial direccionará el presente análisis, perspectiva que, a diferencia de la Ecología Política, no indaga en los modos históricos de producción y sustentación de la vida, sino que busca reconocer luchas descolonizadoras en el plano económico-político, epistémico y ontológico, sabiendo que cada una de estas dimensiones de la colonialidad tiene su propia lógica, y que algunas son más difíciles que otras de reconocer.

Si bien las perspectivas citadas están próximas entre sí, y junto a otras remiten a un mismo origen: la crítica a la modernidad occidental1, la Ecología Política del Sur2 le reclama a los decoloniales que no se puede obviar la dinámica sociometabólica:

no hay que perder de vista que esta no es concebible al margen y/o independientemente de la dinámica material-energética, socio-geo-metabólica, de imposición de un patrón mundial estructural de explotación de los territorios y los cuerpos así con-vertidos en botines de guerra/objetos de conquista. (Machado 2016, pp. 220-221)

En esta línea de pensamiento, Verdesio agrega otras limitaciones del pensar decolonial:

(…) si hay un déficit detectable en este marco teórico es la tendencia a dejar de lado la consideración de los elementos económicos de la explotación de la tierra americana y el trabajo de sus habitantes. Esto es una pena, pues la primera versión del concepto de “colonialidad del poder” incluía un fuerte componente económico (Quijano, 1992 en Verdesio 2018, p. 19, comillas en el original).

Y continua diciendo:

Sea como fuere, lo cierto es que el pensamiento actual de Mignolo y de varios de sus seguidores hay una sorprendente falta de interés por los factores económicos de la dominación colonial -factores sin los cuales es muy difícil entender los mecanismos de poder que subyacen a esa dominación-. Lo que parece faltar en los estudios del colectivo, entonces, es un estudio sistemático de las formas en que el capitalismo fue impuesto en las distintas regiones del planeta. (Verdesio 2018, p. 99)

Frente a estas diferencias que parecen más de orden metodológico, donde unos hacen primar la dimensión económico-política y otros la epistémica-ontológica en el análisis, Castro-Gómez y Grosfoguel (2007) nos recuerdan que:

Debemos entender que el capitalismo no es sólo un sistema económico (paradigma de la economía política) y tampoco es sólo un sistema cultural (paradigma de los estudios culturales/poscoloniales en su vertiente ‘anglo’), sino que es una red global de poder, integrada por procesos económicos, políticos y culturales, cuya suma mantiene todo el sistema. (p. 16, paréntesis, comillas y cursivas en el original)

Ampliamos la cita de arriba tomada del Prólogo del Giro Decolonial, con una idea de Castro-Gómez, para quien, la crítica decolonial consiste en:

(…) la crítica decolonial, tal como yo la entiendo, no consiste en decir cuál es el mejor sistema posible de instituciones económico-políticas ni decir cuál es el mejor sistema de conocimientos ni decir tampoco cuál es el mejor sistema de principios y normas de conducta al que debemos acogernos (…) lo que quiero decir es que debemos guardarnos contra una cierta tendencia «afirmativa» de los intelectuales en América Latina, que parecen dedicarse a aplaudir sin reservas todo lo que digan o hagan los movimientos sociales, los grupos feministas, los indígenas, etc. Yo creo, por el contrario, que la tarea de la crítica no es aplaudir a nadie sino señalar los límites, aun los de aquellos grupos que dicen estar embarcados en luchas decoloniales, lo que hay son múltiples racionalidades, múltiples dispositivos, múltiples tecnologías de poder. (2012, pp. 221-222, comillas y cursivas en el original)

En este escrito se aplaude y adhiere a esta cita de Castro-Gómez, quien anticipaba su malestar hoy explícito hacia los pensadores decoloniales, a quienes acusa de aybayalistas en las redes sociales. En consonancia con la cita arriba incorporada, en este trabajo se sostiene que la lucha por afirmar nuevas epistemes y racionalidades no se limita a ciertos grupos aplaudidos por algunos intelectuales. En efecto, la lucha por afirmar otras epistemes es una ardua tarea. Esta dificultad que es propia, también aparece en los sujetos de Andalgalá entrevistados, quienes, si bien cuestionan la retórica salvacionista de la modernidad (aunque no la denominen con este nombre), no logran conectar su actual lucha con la lucha librada en otro tiempo en este territorio contra los españoles.

Los pensadores decoloniales entienden que en la triple colonialidad (del ser, saber, poder) ninguna dimensión es reductible a otra. Para Castro-Gómez (2012) estos tres ejes son irreductibles entre sí. El análisis de las dimensiones epistémica y ontológica no se concibe con independencia de la económico-política, dimensión donde se expresa con mayor nitidez la dinámica material-energética, socio-geo-metabólica impuesta. Así, mientras la colonialidad del poder hace referencia a la dimensión económico-política de las herencias coloniales, la colonialidad del saber hace referencia a la dimensión epistémica de las mismas y la colonialidad del ser, a la dimensión ontológica, considerando un error reducir estos tres ejes solo a la idea de patrón mundial de poder, como entiende Castro-Gómez que sugiere Quijano. Esto impide comprender el modus operandi de las herencias coloniales en América Latina.

A nivel metodológico se recupera la propuesta de investigación de borde de Torres, para quien las opciones a las que adscribimos no son solo teórico-metodológicas, sino ético-políticas. “Lo que le da el carácter de potencialidad a las prácticas investigativas de borde no son sus actores, lugar institucional, perspectivas conceptuales o estrategias metodológicas, sino su intencionalidad y sentido político” (Torres 2011, p. 43).

Este sentido ético-político aparece en este trabajo en el modo en cómo se plantea la relación con los entrevistados/interlocutores, y en el lugar otorgado a ellos en el proceso de construcción del conocimiento, atendiendo a la corpo y geopolítica del conocimiento por más enfática que sea la crítica que Castro-Gómez (2017) realiza a Mignolo y Grosfoguel en la defensa al lugar de enunciación que hacen. Castro-Gómez entiende que se corre el riesgo de aislar o esencializar a los sujetos por tener cierta localización.

La argumentación de este artículo se apoya en trabajos de campo realizados en Andalgalá entre los años 2012 y 2017 (agosto de 2012, octubre de 2014, julio de 2017, diciembre de 2017 y enero de 2018) en el marco de diferentes proyectos de investigación, donde como equipo nos posicionábamos en la investigación de borde o desde los márgenes de las ciencias sociales (Torres, 2006; 2011; 2014). En la búsqueda de construir un saber dialógico y colectivo, se realizaron diferentes talleres y entrevistas sobre un muestreo no probabilístico heterogéneo. En este trabajo se abordarán cuestiones no reflexionadas anteriormente.

En resumen, se buscará reconocer las herencias coloniales entrelazadas en la vida cotidiana en la dimensión económico-política, como en la epistémica y ontológica, desde un análisis multiescalar que integre lo molar y molecular. Para Castro-Gómez en el análisis molar quedan invisibles las herencias coloniales que acontecen a nivel molecular:

Desde una perspectiva macro-sociológica como la de Quijano, la colonialidad del saber y la colonialidad del ser no son más que «derivaciones» de una «última instancia» de carácter económico-político que sería la colonialidad del poder. Pero desde una perspectiva genealógica, como la que yo asumo, tendríamos que hablar de tres instancias distintas de la colonialidad que no son reducibles la una a la otra y que operan no solo a nivel molar, sino también a nivel molecular. Puede haber, por ejemplo, luchas decoloniales referidas a la dimensión económico-política que, sin embargo, dejen intactas las herencias coloniales en un nivel ontológico. O puede haber luchas decoloniales que ataquen la dimensión epistémica, pero dejen intactas las herencias coloniales en el nivel económico-político. Lo que quiero decir son dos cosas. Primero, que no hay algo así como «la» colonialidad, dotada de una misma racionalidad en todas sus manifestaciones, aun reconociendo la persistencia hasta nuestros días de esa dimensión económico-política de las herencias coloniales (la colonialidad del poder), estas no se reproducen tan solo a nivel molar, sino también, y principalmente, a nivel molecular. (Castro-Gómez 2012, p. 18, comillas y cursivas en el original, subrayado propio)

Esta cita que puede resultar un poco extensa. No podía quedar fuera de este escrito porque alumbra el análisis que se pretende realizar, salvando las distancias entre este humilde aporte y las faraónicas obras que nos propone el filósofo colombiano, como lo hace en La hybris del punto cero (2005) o Tejidos Oníricos (2009), no solo por la densidad de las fuentes consultadas y riqueza de análisis, sino porque aborda la colonialidad y la modernidad en Colombia desde lo molar y molecular.

Presentación del caso

Andalgalá lleva por nombre tanto el departamento (división político-administrativa de la provincia de Catamarca) como la ciudad cabecera del mismo (Figura 1). Se la puede describir como un oasis irrigado por el río homónimo que desciende de la Sierra de Aconquija. Integra la llamada diagonal árida argentina (que ocupa cerca del 75% del territorio nacional, de noroeste a sudeste). Dentro de su espacio está contenido el Salar de Pipanaco. En la capital del departamento homónimo se emplaza una zona de cultivo de olivos, nogales y membrillos, coexistiendo por largo tiempo esta actividad con la minería tradicional. Este panorama comenzó a ser modificado a partir de la última década del siglo XX por el desarrollo de la minería metalífera a gran escala.

Fuente: Gobierno de la provincia de Catamarca (s/f)

Figura 1 Localización de Andalgalá y área de influencia 

A nivel demográfico y socio-económico no contamos con datos actualizados para ampliar la descripción del caso, ya que el último Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas se realizó en 2010, arrojando para el departamento de Andalgalá 18.132 habitantes, concentrando la cuidad cabecera del departamento, más del 50% de la población, con 12.600 habitantes (INDEC, 2010).

En relación a este lugar, surge preguntar ¿qué capacidad tienen los sujetos en el territorio para pensar otro escenario posible y ser desobedientes de un diseño global implantado para este lugar desde mediados de la década de 1990, cuando Argentina comenzó la explotación del yacimiento minero metalífero denominado Bajo la Alumbrera como política de Estado?

Para el año 2010 los habitantes de Andalgalá, localidad de la Fotografía 1, reaccionaron al movimiento de maquinaria que anunciaba actividad y futura puesta en marcha del megaproyecto minero denominado Agua Rica, proyecto propiedad de Yamana Gold S.A., que tiene la particularidad de estar ubicado próximo a las nacientes de los dos cursos de agua que abastecen y dan vida a la ciudad de Andalgalá y distritos (zonas rurales aledañas). Este emprendimiento se ubica en línea recta a 25 kilómetros de la ciudad. Su presencia y truncada puesta en marcha ha desatado una serie de manifestaciones desde las cuales, a partir de aquel acontecimiento del 15 de febrero del año 2010, adquirió visibilidad la lucha de los sujetos de Andalgalá.

Fuente: fotografía personal

Fotografía 1 Ingreso a la ciudad de Andalgalá 

A continuación, nos adentraremos en el análisis de las luchas por afirmar otras epistemes

Lucha por afirmar otras epistemes

Para introducir a este análisis, nos apoyaremos en Vázquez (2014), quien desde la noción de relacionalidad, observa dos movimientos antagónicos: el movimiento de control sobre la presencia, y el movimiento de control sobre la ausencia. Según este autor, los movimientos que afirman el control sobre la presencia guardan relación con experiencias modernas; mientras que los movimientos que afirman el control sobre la ausencia, guardan relación con experiencias que se quieren olvidar, incluyendo aquí todo lo vinculado a la colonialidad. El citado autor propone entender cómo estos movimientos tienen fines antagónicos. Mientras que el movimiento para la afirmación de la presencia establece el monopolio sobre la realidad y circunscribe la realidad al presente; la afirmación de la ausencia enfatiza en lo negado por la modernidad y, por lo tanto, denigrado y menospreciado como todo lo asociado a la colonialidad, relegado al olvido o al pasado por no tener lugar en la modernidad (Vázquez, 2014).

Desde estos movimientos se observará cómo se entrelazan en la vida cotidiana ciertas herencias coloniales en las dimensiones económico-político, epistémico y ontológico para ver cómo lo molar invisibiliza/encubre lo molecular. En nuestro caso, lo molar se articula a la dinámica geopolítica de los recursos naturales y penetra en lo molecular invisibilizando el vínculo con la tierra y todas aquellas manifestaciones que van en contravía al desarrollo de la ciencia y tecnología, de la acumulación del capital, por anticipar algunas expresiones. En ese vínculo con la tierra puede gestarse la energía descolonizadora necesaria para combatir las herencias coloniales, porque la dimensión tierra significa que:

(…) todo ser vivo es una expresión de la fuerza creativa de la tierra, de su auto-organización y constante emergencia, incluyendo por supuesto a los humanos, aquellas visiones del territorio y de la vida que parten de esta convicción -como las de los pueblos étnicos que enfatizan la defensa de la madre tierra, entre otras-, pueden fácilmente verse como futuristas, como sintonizadas con el sueño de la tierra. (Escobar, 2014, p. 14)

Desde estas antelaciones se abrevará sobre cómo el proyecto moderno valora positivamente todo lo vinculado a la modernidad en cada una de las tres dimensiones mencionadas, negando lo que quedó excluido de la modernidad, es decir, la alteridad, lo no moderno. En este caso, como en tantos otros, la explotación de la naturaleza sustentada en las nuevas tecnologías, contribuyó a reforzar la explotación del tercer mundo. En complementación, la expropiación epistémica sobrevaloró las innovaciones de los países tecnológicos, históricamente regiones hegemónicas industrializadas en desprecio de otras formas de conocer, naturalizándose como la única manera posible de conocer, privilegiando la producción de conocimiento euro-norteamericano.

En adelante, recobrando la expresión de Porto-Gonçalves (2001), se procurará reconocer cómo las luchas por afirmar otras epistemes buscan recuperar y sacar del olvido aquellas herencias no reconocidas como el camino para enfrentar la desmemoria y transitar hacia esa positividad contingente, como sugiere Castro-Gómez (2017). A continuación, y, en pos de lograr una mejor visualización de las herencias coloniales, se presenta el Cuadro 1, que de manera sintética expone lo que deliberadamente se enfatiza y ausenta, anticipando las posibles maneras de enfrentar dichas herencias coloniales como el tránsito hacia la afirmación de otras epistemes.

Vale aclarar que este sintético cuadro no sugiere un análisis dicotómico o binario reproductor del esquema de pensamiento moderno, como quizás pueda dar esa idea; por el contrario, se ha tratado de mostrar cómo lo molecular penetra de manera sutil en lo molar. Este cuadro es también una invitación a reconocer la complejidad y multiescalaridad en el pensar lo territorial como la lucha por afirmar otras epistemes.

Seguidamente, ampliaremos el cuadro detallando las herencias coloniales que participan en cada una de las dimensiones de la colonialidad: económico-político, epistémica y ontológica.

Cuadro 1 Movimientos para ausentar y presenciar 

Dimensiones de la colonialidad Nivel Molar Nivel Molecular
Penetración del nivel molar en el molecular: enfatiza en la pertenencia del territorio y sociedad a la economía global Como respuesta a esa penetración molar: se enfatiza en la herencia cultural para combatir la desmemoria
Dimensión económico política Se prioriza la economía de mercado, la especulación financiera Se hace visible como política de Estado la prioridad dada a la explotación de la minería metalífera a gran escala articulada a la economía mundial, en desprecio de otras actividades Enfrentar la desmemoria requiere reconocer otras modalidades posibles de organizar el espacio-tiempo, poniendo en valor otras formas y modalidades de trabajo, como pueden ser formas no sujetadas a las reglas del mercado, sin por ello caer en el romanticismo de formas utópicas
Domina una visión lineal de la historia, en búsqueda de progreso y desarrollo económico y tecnológico Se naturaliza el deseo de una sociedad encaminada al desarrollo y progreso, donde el sujeto es el apropiador-consumidor de la naturaleza. Sobrevaloración del presente en desprecio del pasado (aparece monumentalizado) Reconocer otras formas concebir y experimentar el espacio-tiempo, no pensado únicamente como cronología. Recuperar-recrear una relación más activa con el entorno y el tiempo comunitario
Dimensión epistémica Universalidad de la episteme moderna: privilegio de conocimientos occidentales y del saber experto Esta forma de colonialidad se manifiesta en la sobrevaloración de conocimientos institucionalizados a través de la universidad, apoyándose casi exclusivamente en este saber los procesos de producción del espacio y la organización de la currículo escolar y universitaria Dar más visibilidad a saberes vinculados al saber-hacer gestado en espacios no institucionalizados (ej. el conocimiento que proviene de las tejedoras y de todo acto de creación) y del saber basado en la experiencia (como el conocimiento sobre la tierra, el agua, la salud-enfermedad)
Dimensión ontológica Esta dimensión de la colonialidad se hace presente en la definición occidental de naturaleza vinculada a la ética antropocéntrica Se manifiesta en el dominio de la ciencia y técnica sobre la naturaleza para su conversión en mercancía Entrar en sintonía con cosmologías no occidentales basadas en otra concepción de la tierra sustentada en una idea integración sociedad-naturaleza
Se invisibiliza la vida en lo no humano. Privilegio del sujeto económico y subjetividad desmemoriada confinada al presente Poner en foco la integración de lo humano y no humano, y el reconocimiento de la memoria como fuente de identidad

Fuente: elaboración personal

Lucha por afirmar otras epistemes en lo económico-político

Resulta difícil combatir el embate del capitalismo neoliberal en un territorio caracterizado por la minera metalífera extractivista como su actividad principal. En este caso, lo molar penetra a nivel molecular haciendo que tengan una valoración altamente positiva de la articulación del territorio a la economía global, que significa acceder a trabajos de mejor remuneración, como el que propone el capital transnacional frente al empleo público o privado, municipal o provincial. Claro que esto solo es válido para quienes accedieron a esos trabajos. En general, resulta escaso el porcentaje de población local absorbida por la empresa minera.

Walter, chofer de la municipalidad, en entrevista en 2012, comentaba al respecto “cobran mucho los que trabajan ahí. Por eso está progresando Andalgalá. Lo nota en los hoteles, en los campings. Esta lindo” (Walter, 02 de agosto de 2012)3.

Respecto a esa valoración de los salarios, esto manifestaba Abraham, profesor de la Escuela Técnica de Andalgalá:

la empresa tiene un buen pasar. Los chicos quieren ir, hoy por hacer una pasantía le pagan entre cinco mil a seis mil pesos ¡imagínese un chico de esa edad!… capaz que ni el padre gana eso. Y empleado que recién se inicia, digamos, un alumno que recién sale y queda, son doce o quince mil pesos de sueldo que ingresa. Imagínese con ese sueldo. ¡Es muy tentador! (Abraham, 02 de agosto de 2012)

Esto se entiende en un contexto donde el Estado ha relegado sus funciones. Por ello, no son pocas las voces que se levantan cuestionando la visión utilitarista que tienen las empresas y el Estado, y el supuesto efecto derrame de la minería, como lo expresa Carlos, empleado de la Divisional de Agua Potable de la Intendencia de Riego de Andalgalá:

El progreso es solo para el que trabaja, que es poca gente, mínimo. Y si viene la empresa, acá para tomar personal no va a venir a perder tiempo en enseñarte a hacer una estructura o un encofrado, van a venir y van a tomar personal semiespecializado, y lo que más le hace falta lo van a traer de la misma empresa de allá. Tampoco veo que haya un interés de la empresa para que siembren, como decir los ayudemos con combustibles, insumos, eso tampoco lo veo, ni con Alumbrera, menos ahora. Acá una o dos fábricas procesan el dulce pero no puedo decir que nosotros comemos lo que producimos, se llevan las cosas y después la traen con otros derivados, con otra marca y al final, el producto es de acá. La misma cámara de comercio de acá es la que no permite que se instale un gran supermercado que te haga competencia, porque acá son dos o tres los que manejan todo, en cambio sí vendría un hiper, … y crearía la competencia… son entre ellos los que están ahí y quieren crear todo. (Carlos, 31 de julio de 2012)

Quizás el aspecto que más críticas desata de esta visión utilitarista es el consumo de agua potable por parte de la empresa minera. A continuación, se incorporan algunos fragmentos tomados de las muchas entrevistas realizadas, siendo una temática recurrente: “Consumen más de cien millones de litros de agua por día, consumen más, pero los cien millones son los que ellos aceptan. Cien millones de litros por día significan tres caudales de agua del Río Andalgalá” (León, 02 de agosto de 2012).

Para nosotros, el agua viene de allá. Para ellos, del cerro este de acá (señala con el dedo desde su casa) y se pierden los ríos… no sé qué tanto, pero bueno, se pierden… Nosotros estamos cerca de Agua Rica, todo ese predio pertenece a Agua Rica. (María Laura, 29 de octubre de 2014)

Años más tarde León, vecino integrante del movimiento de autoconvocados “Vecinos por la vida”, vuelve sobre el tema:

Doce pesos sale sale el litro de agua. Yo siempre decía que esto es básico, elemental. Si el país le cobrara un peso por litro de agua, que le consume los cien millones de litros diarios a Alumbrera, le regalemos todo y le cobramos un peso por litro, son cien millones de pesos por día. (León, 14 de julio de 2017)

La creciente preocupación de los andalgalenses los llevó a asesorarse e informarse, resultando en ascenso un saber basado sobre el recurso agua y las potencialidades del lugar. Es un tema polémico y cada uno tiene una explicación de lo que ocurre. El comerciante Alberto, propietario de uno de los restaurantes ubicado frente a la plaza, ofrece esta argumentación:

Nos estamos quedando sin agua y va, uno dice culpa de la minería, pero no, es culpa que no levantan el agua, el pueblo creció, los canales siguen siendo los mismos, nunca se hizo un estudio para ampliar la estructura de la entrada de agua. Es mucha el agua que se tira. Cuando entras pasas por una cañada y el agua esa se pierde en la arena, se filtra, nosotros la tomamos como cinco kilómetros, en La Toma, y está la misma toma desde que yo recuerdo. No les importa, podrían hacer un dique nivelador, hacer una reserva de agua, pero no les importa. Se podría armar un dique, no le digo un dique para un montón de agua, pero por lo menos en las épocas de sequía tener agua reservada, pero nadie hace nada. (Alberto, 15 de julio de 2017)

Esta avanzada sobre los recursos naturales, que los intelectuales denominan gestión imperialista de la naturaleza, pone en evidencia la existencia de una colonialidad de la naturaleza que se expresa como colonialidad económica y de la autoridad mediante la acumulación por desposesión, en palabras de Mignolo y Carballo (2014):

(…) la colonialidad de la naturaleza (…) se puede ver a través del prisma de la colonialidad económica y de la autoridad: es la batalla internacional por la apropiación y explotación de recursos naturales del planeta y por ende de todo organismo viviente que hasta hace poco florecía en las áreas que ahora se han convertido en zonas de muerte: zonas de muerte no todavía para los ejecutivos de las transnacionales o de los gobiernos locales e internacionales, sino para la gente que los habita. (p. 132)

Esa colonialidad de la naturaleza, que nos conduce a la capitalización o mercantilización de la naturaleza, está guiada por una jerarquía del capital:

(…) debido a la División Internacional Capitalista del Trabajo, entre centros y periferias, el capital organiza las múltiples formas, en la periferia con formas coercitivas y autoritarias, mientras que en los centros predominan formas de trabajo mejor remuneradas y más libres (según Wallerstein, 1974). Esto se enlaza con un sistema interestatal de organizaciones e instituciones político-militares, controlado por los hombres europeos e institucionalizada en administraciones coloniales. (Wallerstein, 1979, en Mignolo y Carballo 2014, p. 46, cita en el original)

Estas herencias coloniales se actualizan en cada agresión territorial protagonizada por la explotación megaminera metalífera. Actualiza la conquista y colonización de América Latina. Esta herencia es reconocida en ciertos sectores, genera malestar y es combatida. Los entrevistados fueron críticos de esa colonialidad económica promovida por la desregulación de la economía y apertura al capital transnacional que le siguió a la Reforma del Estado lanzada a inicios de la década de 1990. Desde entonces se ha desencadenado un estado de malestar y severas críticas, como las que expresan Carlos H. (dueño de una fábrica de conservas y ex candidato en las elecciones por la intendencia de 2011) y Saturnino (Secretario General de la Asociación de Trabajadores del Estado -ATE- Seccional Andalgalá):

El desarrollo no es económico, el desarrollo es cultural-educativo… de allí empieza el desarrollo, porque cuando vos logras un desarrollo cultural-educativo se te abre la perspectiva para que te inclines por la parte económica, por la parte social, por la parte política, por lo que vos quieras, pero si no invertimos en educación… (Carlos H., 01 de agosto de 2012)

Con la minera se siente más la pobreza a través de políticas angloamericanas (…) lo que le sobra al rico es porque le falta al pobre” (Saturnino, 28 de octubre de 2014). Puntualmente, estos entrevistados aportaban una mirada desde un lugar de enunciación particular: la militancia política. No obstante, son representativos de un muestreo mayor y su perspectiva permite inferir que el tránsito hacia otras epistemes tendría que apoyarse en lo ignorado o ausente en la modernidad, justamente, por no haber sido controlado por el sujeto moderno. Ese protagonismo que América Latina tuvo en la constitución de la modernidad y centralidad de Europa a través del desarrollo del mercado mundial y perspectiva eurocéntrica mediante el control de las formas de trabajo y de la subjetividad a expensas de América Latina, es la herencia colonial a combatir. En nuestros días surgen posibles respuestas, como el deseo de recuperar las cooperativas, las producciones locales (conservas, dulces, el turismo); en suma, de recuperar el dinamismo económico qua alguna vez tuvo sin caer en un pachamamismo (industrias locales: vitivinícola y minera no de gran escala). En esa reinvención del territorio no habría cabida para la megaminería.

Andalgalá fue pionera en la producción de los vinos y aguardientes que después eso se pierde por políticas del Estado, las malas políticas, los altos impuestos y demás. (Sandra, 15 de julio de 2017)

Andalgalá podría ser un departamento muy rico, pero lamentablemente nuestros malos gobernantes, malos funcionarios, la pelea permanente entre el ejecutivo municipal, provincial, que no miran el bienestar del pueblo, y de última, nosotros los ciudadanos de Andalgalá somos los que tenemos que pensar bien. (Pipon, 16 de julio de 2017)

Como se pudo observar, existe un amplio consenso entre los sujetos de Andalgalá de que se puede vivir sin la megaminería. Luego del tiempo transcurrido (dos décadas desde la puesta en marcha de Bajo de la Alumbrera), en su gran mayoría los entrevistados se mostraron desencantados de la narrativa de progreso y desarrollo asociado a la megaminería, mostrando en este punto cómo lo alternativo y el tránsito hacia otras maneras de estar en el presente globalizado, debe buscarse en el territorio y los sujetos que lo construyen.

Lucha por afirmar otras epistemes en lo epistémico

La dimensión epistémica de la colonialidad resulta, quizás, la más difícil de combatir y enfrentar porque la recepción del saber que proviene de la experiencia no goza del mismo reconocimiento que los conocimientos occidentales, y el saber experto proveniente de instituciones, incluso cuando desde el saber experto se cuestiona a las instituciones y a los saberes hegemónicos, como nos compartía este ingeniero agrónomo del INTA Andalgalá:

En el caso del Inta, por tener un modelo verticalista, un paradigma transferencista cree que nosotros somos los dueños del saber, del conocimiento y que ustedes están un escalón más abajo, el técnico, el que daba la recetita y se iba. Nunca se planteaba qué pasaba una vez que se iba. (Orlando, 01 de agosto de 2012)

La poca visibilidad de saberes otros vinculados al conocimiento de la tierra, como en este caso, o al arte, o a prácticas económicas-culturales que remiten a otro tiempo, como el caso de las tejedoras a telar, son algunos ejemplos que evidencian que hay saberes y prácticas sociales más importantes que otras.

Supuestamente le están enseñando cómo es la mejor forma de tener una huerta. Si ustedes tienen una huerta en su casa, compárenla y vean cuál es más productiva. Pero la idea era que ellos puedan generar su propio alimento, un poco dándole el valor que tiene el decir bueno, yo genero mi propio alimento. (Susana, 30 de octubre de 2014)

Mucha gente quiere la actividad artesanal, criar ganado, cultivar” (David, 15 de julio de 2017). El saber hacer una huerta, el trabajo artesanal como el tejido a telar o la diversidad de cultivos son expresados con resignación, como prácticas que se van perdiendo y forman parte de los saberes otros que, en la jerarquía epistémica reconocida por Grosfoguel, constituyen los conocimientos no institucionalizados u occidentales. Esta jerarquía nos ayuda a entender la lucha que debe darse en relación a esta dimensión, en tanto que la jerarquía epistémica “privilegia los conocimientos occidentales sobre las cosmologías y conocimientos no-occidentales institucionalizados a través del sistema global de universidades; los ‘otros’ producen religión, folklore, mitos pero nunca teoría o conocimientos” (Grosfoguel, en Mignolo y Carballo, 2014, p. 46, comillas en el original).

De alguna manera esa falta de anclaje de las historias personales en la historia del lugar, conduce a esa falta de conocimiento y contacto con prácticas y saberes desarrollados y valorados en otro tiempo. Lo ancestral parece no estar integrado en la vida cotidiana de sus habitantes. No cuenta como elemento portador de identidad. Un ejemplo de esto es que los habitantes prehispánicos habían desarrollado una economía diversa con diferentes prácticas de producción. Incluso la alfarería, de amplio desarrollo en la actualidad, tampoco es relatada como una práctica que deviene de pueblos originarios de esta zona perteneciente al período agro-alfarero tardío. Como nos recuerdan los trabajos sobre la memoria colectiva, no basta ser miembro de una comunidad para ser su portavoz. Por integrante que se sea de un colectivo, si la memoria es cooptada por la dinámica del capital en complicidad con los gobiernos y sociedades locales, enfrentar la desmemoria será un trabajo arduo.

En suma, desde este pequeño aporte se pretendió entender parte de las conflictividades actuales de Andalgalá. Enfrentar la desmemoria y, con ello un reequilibrio o revalorización de saberes y conocimientos generados en el lugar, podría ser una manera de enfrentar las herencias coloniales que se presentan de manera encubierta, como las que acontecen en relación a esta dimensión, resultando por ello la más difícil de combatir. En este punto vimos que las luchas por afirmar otras epistemes desarticularían la jerarquía de conocimientos y saberes occidentales.

Lucha por afirmar otras epistemes en lo ontológico

En el Cuadro 1 se relacionaba la lucha ontológica con la negación del otro y la concepción ontológica de naturaleza (Gudynas, 2015). La ética antropocéntrica en la que se apoya esta concepción supone una jerarquía ecológica, en la que:

(…) la definición occidental de “naturaleza” (concepto que no existe en muchas culturas no occidentales) como objeto que se concibe como medio para un fin con su consiguiente destrucción de la vida desplaza las cosmologías no-occidental donde el medio ambiente es sujeto que incluye a los humanos y es un fin en sí mismo con su consiguiente reproducción de la vida. (Grosfoguel, en Mignolo y Carballo, 2014, p. 47, comillas y paréntesis en el original)

La mercantilización de la naturaleza, asociada al dominio de la ciencia y técnica sobre la naturaleza para su conversión en mercancía, prima en la concepción de naturaleza moderna occidental, resultando ajena y extraña la idea de la integración de lo humano y no humano. Son pocos los que se sienten parte de la tierra, quizás entre los habitantes de Andalgalá los activistas, los militantes más comprometidos con la lucha anticapitalista, como lo comparten Abraham y Chela en sus relatos: “Decir sí a Agua Rica es decir sí a una mina. Significa decir la desaparición de Andalgalá” (Abraham, 28 de octubre de 2014). “Siento que la Pacha y la vida nos hizo encontrarnos a nosotros mismos y encontrar a nuestros hermanos, porque nosotros somos hermanos, aunque no nos haya parido la misma madre… todos somos una familia” (Chela, 16 de julio de 2017).

Muy entrelazados se encuentran los dos aspectos señalados en esta dimensión, porque la ética antropocéntrica implica la negación de lo no humano e invisibilidad de la otredad por no parecerse a lo establecido desde el patrón moderno-occidental, ya sea por pobre, improductivo, marginal, siendo solo visibles e importantes para campañas políticas electorales, aunque pasen los políticos y nada cambie de acuerdo a la perspectiva de los entrevistados.

…falta de infraestructura, faltan políticas, falta una serie de cosas que nunca se tuvieron en cuenta a pesar de que, en mis sesenta años, tengo treinta y siete de político y hemos luchado por otro modelo de departamento y no hemos podido lograr que esto se concrete. (Carlos H., 01 de agosto de 2012)

hoy es el problema social. Usted sabe que estas grandes empresas lo primero que hace es comprarlo al gobierno, comprar las personas, comprar los jueces, comprar todo y crear la división para poder trabajar mejor. Ellos tarde o temprano no pierden nada, ellos siempre ganan, todo es ganancia para ellos. (Abraham, 02 de agosto de 2012)

Esta herencia colonial también resulta difícil de combatir, al igual que la epistémica, porque si bien se tiene conocimiento de ella, desde tiempos hispánicos y luego con la formación del Estado nacional moderno, se mantuvieron esas desigualdades que se tradujeron en jerarquías. La pobreza, la vulnerabilidad son de alguna manera analizadas como fallas estructurales del sistema capitalista y no como la continuidad de un patrón colonial que continuó una vez obtenida la independencia política. Una buena síntesis de la problemática de Andalgalá y sus posibles soluciones la aporta Carlos: “Los problemas básicos de los pueblos no se solucionan con discursos ni con demagogia ni con populismo. Los problemas básicos como educación, salud, trabajo, seguridad se solucionan con inversión” (Carlos H., 01 de agosto de 2012).

Porto-Gonçalves, en una entrevista realizada, no solo concluía que todo acontece en el territorio, sino que las luchas territoriales son luchas ontológicas. Por lo tanto, las luchas por la significación del presente no son solo económico-políticas y epistémicas, sino ontológicas, porque como nos recuerda:

(…) La tierra, el espacio, así entendido, es una condición de la existencia del hombre. Esta cuestión me parece que tiene relación con entender las luchas territoriales como “luchas ontológicas”, como las que habla Arturo Escobar. Esta sugerencia filosófica, teórica, epistémica nos lleva a sostener la idea de que nadie escapa del territorio. (Aichino et. al., 2015, pp. 245-246, comillas en el original)

De las dimensiones de la colonialidad observadas, las herencias vinculadas a la colonialidad del poder resultan más fáciles de reconocer que las ancladas en el saber y del ser. Se finaliza este análisis con una cita de Añon y Rufer, quienes examinan los silenciamientos en torno a los términos colonial y colonialidad en América Latina, así como las modalidades de representación del tiempo histórico, obliteraciones, negaciones y ausencias. En relación a lo analizado, los autores nos explican que los silencios hacen fracasar otras historias posibles, otra temporalidad que no sea la que convoca el Estado y el capital, y que los trabajos poscoloniales de la memoria consisten en hacer emerger lo olvidado (Añon y Rufer, 2018). Parte de esto se intentó realizar en este artículo.

Conclusiones

A lo largo de este escrito se procuró aportar a la descripción de esta entidad histórica-geopolítica viviente denominada Andalgalá, anclándonos en algunas claves de lectura para problematizar sobre realidades sociales desde teorías generadas en este sur global como posicionalidad. También, se espera haber respondido de alguna manera a la crítica que reciben los teóricos decoloniales a quienes se les señala como puntos débiles que buena parte de sus trabajos carecen de estudios concretos (Verdesio 2018). En consecuencia, desde el caso analizado se expuso cómo en nuestra vida cotidiana, la retórica de la modernidad está presente encubriendo o intentando anular o subsumir las historias locales.

Se ambicionó también poner en evidencia las tensiones entre lo molar y lo molecular, y las posibilidades de enfrentar la desmemoria en el actual presente globalizado en el modelo capitalista-extractivista, cuyos proyectos estratégico-políticos parecen incompatibles con otras maneras de estar en este espacio-tiempo. Al respecto, el pensamiento contundente de León sintetiza el pensamiento de los andalgalenses: “nosotros estamos en contra del modelo extractivo, donde entre otras cosas esta la megaminería, pero es el mismo modelo para el hidrocarburo, es el mismo modelo para la soja” (León, 2012).

El presente, dominado por la megaminería, parece una condición casi imposible de cambiar donde, como se pudo ver a lo largo del artículo, predominan mecanismos para el control sobre la presencia en consonancia con una política de Estado centrada en la explotación de minerales metalíferos para su exportación (de allí modelo minero-extractivo-capitalista), hecho que involucra una particular manera de valorar, conocer y razonar, compatible con el capitalismo neoliberal. Esos mecanismos para marcar presencia son funcionales al capital por conducir a valorar solo ciertas realidades en desprecio de otro horizonte posible. Porque alguna vez las cosas fueron diferentes, es el llamado a recordar de este trabajo. Combatir la falta de temporalidad y desmemoria es el camino para proyectar visiones no empobrecidas de la realidad y abrir paso a una utopía que motorice otro escenario posible.

Referencias

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1La crítica a la razón moderna, al pensamiento hegemónico occidental, ha encontrado múltiples vías en las que expresarse: el feminismo, la decolonialidad, los estudios críticos culturales, la ecología política, en suma, una amplia variedad de posiciones y opciones.

2La Ecología Política del Sur se diferencia de las restantes formulaciones de Ecología Política a secas porque no restringe su mirada a los recursos y problemas distributivos ecológicos.

3Los apellidos se preservan por acuerdo con los entrevistados.

Recibido: 12 de Mayo de 2020; Aprobado: 13 de Noviembre de 2020

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