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El taco en la brea

versión On-line ISSN 2362-4191

Taco brea  no.17 Santa Fe jun. 2023

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.14409/eltaco.9.17.e0105 

Apuntes

Sobre: La Na(rra)ción de los museos. Curaduría y prácticas artísticas en entornos virtuales, de Verónica Paula Gómez. Rosario: UNR Editora, 2022.

1Curadora y gestora cultural en artes digitales

Gómez, Verónica Paula. UNR Editora. 2022. Rosario:

La presencia de las instituciones museísticas en la red ha pasado de permitir la concreción de ciertos objetivos a convertirse en una verdadera necesidad, abriendo las puertas a una variable inédita dentro de la «nueva museología» como señalan Bellido Gant y Ruíz Torres (2012). Ante un nuevo «mapa de geografías celulares», el espacio virtual se vuelve un terreno de disputa por la apropiación del sentido y, para los museos nacionales —objeto de la tesis en la que se basa la obra en cuestión—, representa un enorme desafío que requiere de la comprensión de la materialidad digital que permita la adscripción a las nuevas tecnologías y de la configuración de las audiencias en el ciberespacio. La ubicuidad de la red permite otras formas de circulación del arte que, junto con una construcción subjetiva de usuarios que no responde desde hace un tiempo ya a la idea de ciudadanía, licúan los relatos alrededor de la memoria común que se mantienen dentro del territorio de la institución museística. En el entorno virtual, las estrategias vinculadas a la formación de audiencias se desvanecen:

Ante un fenómeno de disociación entre lo que el hombre hace en su relación con los aparatos productivos, culturales y políticos y lo que realiza en su vida privada. Es así que la memoria común se transforma al desplazarse al entorno virtual en una memoria más atomizada en donde las historias individuales parecieran adquirir un peso inusitado que aporta muchas veces a la continuación de una obra expuesta en la propuesta virtual, algo sobre lo que los museos presenciales aún se muestran reticentes. (28)

Las ficciones de verdad alrededor de la idea de nación no operan sobre una memoria fragmentada en «módulos», interpelada por lo global y construida de manera individual.

El entorno virtual se presenta como una forma cultural emergente, en tanto nueva tecnología que permite circuitos y formas alternativas de arte. Remitiéndose a los Estudios Culturales, el libro toma el trabajo de Raymond Williams en lo dominante, lo emergente y lo residual como metodología de análisis para dar cuenta de las tensiones que provoca la coexistencia de formas culturales tradicionales que persisten en conservar su legitimidad sobre las manifestaciones en la virtualidad:

lo residual alterna o se opone directamente a lo dominante, como «manifestación activa» en la cultura del presente. Podríamos plantear que lo residual en el museo virtual de arte se manifiesta en la fuerte impronta en la interacción con un público que «lee en imágenes» cada vez con más frecuencia, recogiendo un modo de lectura anterior a la conformación del museo como institución privilegiada de la cultura letrada moderna dominante sin que esta última pueda imponer su ordenación lineal en el ciberespacio. (41)

A lo largo de toda la exposición, la autora provee al lector con casos que sustentan la argumentación, ampliando así el conocimiento del campo recurriendo a contraposiciones que incluyen, entre otros, proyectos no museísticos que, sin el peso de la institución, parecen responder con mayor fluidez a la práctica de producción y consumo dentro del arte digital. Un ejemplo al que se hace referencia en varios pasajes de la obra involucra la función que cumple Google Arts como espacio intersticial entre lo público y lo privado. Actuando como agente de legitimidad de los museos dentro del entorno virtual, la plataforma destaca los aspectos espectacularizables de los museos que la conforman bajo una curaduría global que queda expuesta en la propuesta de navegación, destacada por una estética uniforme y sumamente eficiente. Esta modalidad de presencia en la red garantiza al museo la ampliación de públicos y facilita así su subsistencia, no sin consecuencias que impactan en la identidad del museo emplazado:

así como la circulación alternativa en línea supone nuevos escenarios de exploración y experimentación, se asiste también al consecuente borramiento de la función conservadora del museo presencial. Y esto es así toda vez que la homogeneización de la curaduría virtual borra la memoria nacional como portadora de aspectos locales y específicos del mensaje museal. (74)

¿Cómo pensar entonces la práctica curatorial para que el museo de arte virtual sostenga la idea de Nación como central para el consumo patrimonial? La obra de Verónica Gómez va articulando una serie de «palabras como conceptos», al decir de García Canclini, que ponen énfasis en la reorientación del guion curatorial como dispositivo operacional fundamental en el entorno virtual. De manera propositiva, la autora trae una nota de Doménech para hacernos detener en la poética de la interfaz técnica y, desde allí, un anclaje esencial para la práctica curatorial en la virtualidad:

lo que sucede en el espacio de la interfaz está regido por las metáforas visuales, y por lo tanto parte de ese funcionamiento se refiere a la vertiente emocional y subjetiva del arte. Pero, por otro lado, esta subjetividad está representada, o puesta en evidencia, para la mirada, y no busca la recepción pasiva del usuario, sino su actuación. (44)

La interfaz es así la operadora del guion curatorial e intermediaria, además, entre el museo y el acervo que se intenta poner en valor en la virtualidad. En este desplazamiento narrativo hacia la desterritorialización, se produce una mutación cualitativa del patrimonio: poner en valor el acervo del museo nacional en la digitalidad implica interconectar las variables técnicas y tecnológicas en función del capital simbólico, entendiendo que el recurso de reproductibilidad que se utilice impactará de manera directa sobre las obras. De esta manera, la autora vuelve a hacer hincapié sobre la adscripción a la tecnología en relación con la práctica curatorial en el nuevo entorno: la función del curador como conservador se desplaza así hacia la puesta en acción y movilización del patrimonio. Frente a estos múltiples desplazamientos, la autora propone el concepto de «interzona museística», un área híbrida donde confluyen y dialogan los significantes que rigen un pasado aún activo con la emergencia de otro en proceso de exploración para los museos. En este intersticio, el sentido se ancla en las memorias fragmentadas y excluidas del pasado para una construcción narrativa co‒participativa, no ya pretendiendo la totalidad expresiva de sentido, sino en diálogo y negociación con los usuarios nomádicos en el ciberespacio.

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