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Circe de clásicos y modernos

versión On-line ISSN 1851-1724

Circe clás. mod. vol.27 no.1 Santa Rosa jun. 2023

http://dx.doi.org/10.19137/circe-2023-270111 

ARTÍCULOS

Clasicistas de la Baxada: El desarrollo de los Estudios Clásicos en Paraná (1960-1980)

Baxada Classicists: The Development of Classical Studies in Paraná (1960-1980)

Diego Alexander Olivera1 

1Universidad Autónoma de Entre Ríos, diego_alexander_olivera@yahoo.com.ar

RESUMEN

Resumen: Este trabajo indaga sobre el desarrollo de los estudios helénicos en la ciudad de Paraná durante las décadas de 1960 y 1970. Una etapa caracterizada por la presencia en la capital entrerriana de varios individuos que de una u otra manera contribuyeron a fomentar el estudio y la enseñanza de la cultura griega clásica. En esa línea, se exploran aquí las trayectorias intelectuales y redes académicas de los mencionados personajes. Con énfasis en las figuras de Osvaldo Melella y Vicente Visñovezky, para el campo de la Literatura, Juan Carlos Wirth para el de Historia, y Celia Ortiz de Montoya para Filosofía. Por último, la investigación procura dar respuesta a los motivos que llevaron a una pérdida de interés por los estudios clásicos en los sectores académicos en las décadas de 1980 y 1990.

Palabras Clave: Estudios Clásicos; Paraná; Universidad de Entre Ríos; Instituto del Profesorado

ABSTRACT

Abstract: This article examines the development of Hellenic studies in the city of Paraná during the 1960s and 1970s. It was a stage characterized by the presence, in the capital of Entre Ríos, of a number of individuals who in one way or another contributed to promoting the study and teaching of classical Greek culture. Along these lines, the intellectual trajectories and academic networks of these scholars are the focus of this research. Emphasis will be placed on the figures of Osvaldo Melella and Vicente Visñovezky, for the field of Literature, Juan Carlos Wirth for the domain of History, and Celia Ortiz de Montoya for Philosophy. Finally, this study seeks to uncover the reasons that led to a loss of interest in classical studies in the academic communities in the 1980s and 1990s.

Keywords: Classical Studies; Paraná; University of Entre Ríos; Teachers Institute

Introducción.

En el mes de septiembre de 1974, y por cuatro días, la ciudad de Paraná fue sede del III Simposio Nacional de Estudios Clásicos (SNEC) organizado por la Asociación Argentina de Estudios Clásicos (AADEC) . Las actividades tuvieron lugar en la Facultad de Ciencias de la Educación (FCE), de la recién creada Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), y el Palacio de Educación, dependiente del gobierno provincial . La cobertura dada al evento por la prensa local evidencia la trascendencia que el mismo tuvo para la vida académica y cultural de la urbe . La propia Comisión Directiva de la AADEC fue recibida en Casa de Gobierno por el entonces gobernador Enrique Tomás Cresto, quién, según recogen las páginas de El Diario, “expresó su satisfacción por el éxito del simposio y porque el mismo honra a la cultura entrerriana” .

La elección de la ciudad como sede y el resultado positivo del III SNEC no fue casualidad. El contexto intelectual y universitario de las décadas anteriores potenció el desarrollo de los Estudios Clásicos en Paraná al unir diversas trayectorias y redes académicas entre individuos que se acercaron a la antigüedad por motivos diferentes. El denominador común era el vínculo de tales personalidades con el campo pedagógico. Natural teniendo en cuenta que Paraná fue cuna de la primera Escuela Normal del país, donde funcionaba el Instituto Nacional del Profesorado Secundario (INPS), y contaba con una Facultad de Ciencias de la Educación . Fue en esas dos Casas de Estudio donde se tejieron las relaciones necesarias para conformar un grupo de clasicistas que destacó a nivel nacional, y posicionó a la ciudad entre los principales centros de producción en lo que a Estudios Clásicos refiere.

Este trabajo intenta reconstruir la labor docente e investigativa de los referentes más importante de ese colectivo. Con especial interés en uno de ellos; el profesor Juan Carlos Federico Wirth, que en aquel III SNEC oficiaba de Presidente de la Comisión Organizadora. Para tal empresa se recurrió a diversos tipos de documentos, entre ellos, notas periodísticas, material fotográfico, revistas universitarias, trabajos finales de profesorado y entrevistas a familiares y estudiantes. Además, se consultaron la Biblioteca privada de Juan Carlos Wirth, y la Biblioteca de Beatriz Bosch, la Biblioteca de Oscar Visñovezky, el Fondo Juan Carlos Wirth y el Fondo Celia Ortiz de Montoya, todos ellos de la Biblioteca Provincial de Entre Ríos. También la Biblioteca Celia Ortiz de Montoya de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales (FHAyCS) de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). Por último, los clasicistas estudiados se agruparon en función de su área disciplinar con el fin de otorgarle a la exposición mayor claridad.

Nota aparecida en El Diario el 17 de Septiembre de 1974. En la foto se puede ver a los Profesores Juan Carlos Wirth y Vicente Viñovesky. (Foto aportada por el Prof. Alberto Anunziato)

I. Lengua y Literatura

Una de las particularidades del desarrollo de los Estudios Clásicos en Paraná a mediados del siglo XX es la presencia de individuos foráneos, nacidos en otras ciudades de Argentina e incluso en el extranjero. Ese es el caso de los especialistas más destacados en latín y griego. Osvaldo F. Melella nació en Buenos Aires en 1913 y Vicente Oscar Visñovezky en Lucas González, departamento de Nogoya, en 1912. Ambos coincidieron en las cátedras de Lenguas Clásicas de la FCE y de la carrera de Castellano, Literatura y Latín del INPS . Sin embargo, a pesar de tener casi la misma edad, la carrera de Melella como filólogo precede a la de Visñovezky. Destaca también por una mayor producción escrita e inserción en el circuito universitario nacional. Comienzo entonces por él.

Osvaldo F. Melella egresó como Doctor en Filosofía y Letras en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en algún momento a fines de la década de 1930 y principios de 1940. Era un contexto propicio para la disciplina filológica, en el campo de la Antigüedad, porque en octubre de 1927 se crea el Instituto de Filología Clásica de la FFyL y la revista Anales de Filología Clásica (AFC). Melella mantuvo cierta relación con el Instituto y la revista que se tradujo en la publicación del texto Esopo y la fábula esópica en el número de 1946 de AFC. Incluso en una fecha tardía, como es el año 1960, encontramos dos reseñas suyas publicadas en AFC .

La trayectoria académica de Melella puede dividirse en dos etapas. La porteña en que se evidencia una preferencia por la literatura clásica, y la paranaense, después de un breve paso por Resistencia, caracterizada por una mayor atención a la enseñanza de la lengua. A la primera corresponden el gran número de fábulas, escritas en griego moderno, que publicó en el periódico porteño Patrís entre 1938 y 1940, un libro sobre la tragedia griega en clave aristotélica (1944) y el mencionado artículo en AFC sobre Esopo. Aunque ya se advierte su interés por la sintaxis con la publicación, en Buenos Aires, de un tratado sobre la subordinación en la sintaxis del griego clásico (1944).

Durante los años 1960 y 1961 enseña Lenguas Clásicas en la Universidad Nacional del Noreste (UNNE). A pesar de la brevedad es una etapa sumamente productiva en que publica, en la revista de la Universidad, dos trabajos, “Cuestiones gramaticales” (1960) y “Sintaxis de los nombres verbales latinos” (1961). Un libro, titulado La subordinación en la sintaxis del latín clásico (1962), probablemente continuación del publicado en Buenos Aires sobre la sintaxis griega. Además de dictar conferencias sobre temas afines en la ciudad de Resistencia.

Una vez radicado en Paraná, en su casa de Boulevard Racedo 646, ejerce la docencia en la FCE y el INPS . Por la editorial de la FCE (UNL) publica sintaxis y metodología del latín clásico (1962), mientras que en el primer número de la revista Presencia del INPS colabora con la escritura de un artículo; “Hombres, héroes y dioses en la mitología helénica” (1963). En la ciudad da clases hasta 1969 cuando por razones pocos claras es desvinculado del INSP. Los años siguientes los reparte entre Buenos Aires, Paraná y Rosario, donde ejerce la docencia en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en cuya revista universitaria publica dos textos sobre la enseñanza del latín (1972).

Mantiene su vínculo con la ciudad a través de la Fundación Logosófica, de cuya filial entrerriana fue Rector. Pero su actividad docente y académica se concentraba en aquel momento en Rosario. Por esa razón su nombre está ausente de la lista de integrantes del Ateneo Paraná, fundado en 1972. Aunque, por el testimonio de su discípula Graciela Iannuzzo, tenemos constancia de que participó del III SNEC. En todo caso, la trascendencia de Melella no radica en su colaboración en esos espacios y actividades, sino que se encuentra en su labor como docente. Desde el trabajo áulico motivó a sus estudiantes a interesarse por la lengua y la cultura clásica. Según el relato de sus ex alumnas, Melella era apasionado y carismático, muy cercano a sus estudiantes. Sus clases destacaban por una profunda erudición y conocimiento de las lenguas clásicas. Falleció en Paraná el 13 de abril de 1984.

El recorrido académico de Visñovezky fue diferente. Hijo de un inmigrante polaco y madre criolla, la fe católica fue una constante en su vida privada y laboral. Su adolescencia la pasó en Paraná donde cursó estudios en el Seminario Conciliar. A los veinte egresó del magisterio de la Escuela Normal Mixta “Domingo F. Sarmiento” de Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires. Su regreso a Entre Ríos fue en 1933 para ocupar la plaza de director en una escuela de Villa Clara. Más tarde ocupó el mismo cargo en escuelas de la localidad de Tabossi y Colonia Alvear. Fue durante su etapa como director en esta última que se radica definitivamente en Paraná y comienza sus estudios en el INPS. Se recibe de profesor de Castellano y Literatura en 1948 pasando a ocupar inmediatamente la titularidad de las cátedras de Latín. Ese año un texto suyo sobre Gayo Valerio Catulo aparece en la revista Tellus del Museo Histórico Provincial “Martiniano Leguizamón”.

Más tarde ingresa a la FCE como docente de latín. Destacó como traductor llegando a ganar en 1966 un concurso de traducciones del griego y latín clásico al castellano, organizado por la editorial Gillermo Kraft de Buenos Aires, por sus versiones de Plauto. Su hija afirma que junto a Melella tenían en preparación una gramática del griego y otra del latín que no llegó a ver la luz . La escritura, en prosa y verso, era su otra gran pasión. Un viaje a España, en 1964, sirvió de excusa e inspiración para escribir un libro sobre poesía romance publicado en la Colección Entre Ríos, dirigida por Adolfo Argentino Golz, de Editorial Colmegna.

La carrera literaria y académica de Visñovezky resume sus tres grandes facetas, latinista, católico e hispano, en una sola. La lengua castellana era el vehiculo que amalgamaba todas esas trazas de su identidad hispánica y católica. De ahí la importancia que le asignaba a la etimología de las palabras castellanas tal como lo confirman, no sólo sus libros, sino también el recuerdo de su hija. En síntesis, Visñovezky entendía que fue la Iglesia Católica y la cultura hispana las que transmitieron la herencia grecolatina a la posteridad. Esto es evidente en una de sus conferencias dictada el 28 de octubre de 1976 en la FCE .

Su compromiso con el catolicismo lo llevó a integrar en su juventud el grupo Acción Católica, y más tarde colaborar con Miguel Nessa Boeri en la creación local del partido democrata-cristiano . Mientras que de su militancia a favor de la cultura hispánica es ejemplo su rol como miembro fundador de la sede paranaense del Instituto Argentino de Cultura Hispánica. Este tipo de instituciones destinadas a la preservación de la identidad hispana tenían un claro anclaje nacionalista y conservador . No es casual dada esa impronta católica y conservadora, sumada a su fama de pedagogo, que en 1967 el gobierno militar lo haya designado como Interventor del Consejo General de Educación (CGE) provincial .

Su rol de interventor acaba en 1969, por tanto, para principios de la década siguiente está en condiciones de retomar sus intereses de clasicista. El 6 de mayo de 1970 se crea la AADEC y es factible que ocupara un cargo en la primera Comisión Directiva, electa en junio de 1971, pues en 1977 figura como miembro del órgano de fiscalización. En 1972 se crea el Ateneo Paraná que lo tiene como titular y, en calidad de tal, participó junto a su amigo Juan Carlos Wirth de la organización del III SNEC. Con Wirth conformaron un tándem que fue fundamental para consolidar los estudios clásicos en la ciudad.

Foto tomada el 18 de septiembre de 1974 en el marco del III SNEC. (Gentileza de la familia Wirth-Tepsich)

El Prof. Visñovezky era un individuo retraído, a pesar de su gran espíritu emprendedor, y voluntad para actuar, prefería mantener siempre un perfil bajo. Se mantuvo activo hasta el último día de su vida. En 2002, a la edad de 90 años, todavía estaba en condiciones de producir y publicar un libro titulado Por los senderos del idioma. La muerte le alcanzó, tres años más tarde, un 19 de enero, cuando tenía otro libro en preparación.

A principios de la década de 1960 la cátedra de Latín y Literatura latina III, del INSP, contó con la presencia en calidad de adscripta de la Profesora Alicia Raquel Savoia. La profesora Savoia egresó del mismo Instituto como Profesora de Castellano y Literatura y como Profesora de Matemática y Física. En ese momento ejercía la docencia en la Escuela de Educación Técnica y en el Colegio Nacional “Domingo Faustino Sarmiento” de Paraná. Sus trabajos previos a la adscripción tenían que ver con la poesía de Gabriela Mistral y la literatura americana en general. Resultado de la adscripción en la cátedra de Melella es el artículo “El de officiis y la supervivencia del pensamiento ciceroniano” en el número dos de la revista Presencia del INSP. La Profesora Savoia continuó vinculada a la enseñaza del latín y los estudios clásicos tras la experiencia de adscripción. En 1972 fue miembro fundador del Ateneo Paraná de la AADEC.

Desligado Visñovezky de la docencia en el INPS, en una fecha cercana a 1960, su lugar en las cátedras de Latín I, II y IV, lo ocupa el Prof. Miguel Ángel Andreetto. Nacido en 1921 en Paraná, Andreetto curso estudios en la Escuela Normal “José María Torres” y en el INPS, donde obtuvo el título de Profesor en Castellano y Literatura. Dictó también clases en la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF). Su compromiso con la educación lo llevó a ocupar diversos cargos administrativos; fue Inspector de Enseñanza Secundaria y Especial, Subinspector General de Escuela, Presidente de la Junta de Calificaciones y asesor técnico del CGE.

Como investigador el Prof. Andreetto divulgó algunos trabajos en las revistas locales. En Tellus publicó “Notas sobre dos comedias de Terencio” (1948), en Presencia “Fedro y sus fábulas” (1963) y en Ser, de Concepción del Uruguay, “Lo biográfico en la poesía de Horacio”. Dichos textos evidencian una disciplina de trabajo particular. En el artículo sobre Fedro, por ejemplo, consulta los códices, no por simple erudición, sino para evitar la improvisación. No nos consta que haya formado parte del Ateneo Paraná pero si integró la Asociación de Lingüística y Filología de America Latina. Como tal fue invitado a participar de la Primera Reunión Latinoamericana de Lingüística y Filología en Viña del Mar (1964).

El Prof. Miguel Ángel Andreetto se jubiló a principios de la década de 1980 y falleció en nuestra ciudad en 2012 a los 91 años de edad .

Ahora bien, tras la partida de Melella a la UNR, la cátedra de Griego I del INSP quedó a manos de la Prof. Graciela Ianuzzo. Oriunda de Paraná, había estudiado en el INSP desde 1960 hasta 1963, recibiéndose de profesora de Castellano, Literatura y Latín. Un año después hizo la adscripción a la cátedra de Griego I con Melella, quien fue su admirado maestro. En mayo de 1969 asumió formalmente la titularidad de la cátedra mencionada, en tanto la profesora Isabel Fita hizo lo propio en Griego II. Además, por entonces Iannuzzo asistía como oyente a las clases del Prof. Wirth, en la cátedra de Historia de Grecia, en el INSP. A partir de ese vínculo se interesó por los asuntos de la ADEEC. Integró la primera comisión del Ateneo Paraná y participó del II SNEC en Las Vaquerías, Córdoba, con un trabajo titulado “Tres ideas centrales en la dramaturgia de Eurípides”. En el III SNEC expuso “Metodología de la segunda declinación griega”.

Su participación en el Ateneo Paraná culminó en 1976, pero su labor como clasicista no. En su extensa carrera docente, además de Griego y Cultura Griega I, dio clases en las cátedras Latín y Cultura Latina, Literatura Grecolatina, Historia de la Lengua, Historia de la Cultura y Mitologías, etc. Entre los cursos que dictó podemos mencionar “La universalidad del Mito” (1986) o el más reciente sobre “Religión Comparada” (2000). En cuanto a sus publicaciones se pueden mencionar los libros Calidoscopio (2002) y Teogonías Olímpicas (2013), además de Los ojos en el Cantar del Cid. Temas de Historia de la lengua castellana, estudios lingüísticos (2015). Ya jubilada, de hecho, sigue escribiendo y publicando, como lo evidencia su último libro de microrelatos, llamado De cien palabras, aparecido en 2022.

Fuera de la ciudad, en el resto de la provincia, otras personalidades destacaron en la enseñanza y el estudio de las lenguas clásicas y su literatura. En Concepción del Uruguay lo hizo el Prof. Miguel Ángel Rodríguez en la Escuela Normal “Mariano Moreno”. Colaboraba allí con la Revista Ser que publicaba dicha institución. En los dos primeros números de Ser pueden consultarse sus trabajos “El oráculo y el pesimismo griego” (1962) y “la amistad griega” (1963). En Concordia destaca Alberto Cardarelli, del Instituto del Profesorado, que, como Visñovezky, formó parte del órgano de fiscalización de la AADEC en 1977. Su participación parece ser constante durante los primeros SNEC. En las Actas del IV SNEC, realizado en Resistencia en 1976, consta un trabajo suyo con el título de “Humanitas”.

En suma, estos son los hombres y mujeres que para 1970 destacaban en los estudios, enseñanza e investigación de la literatura grecolatina en la ciudad y la provincia.

II. Historia.

La relación de Entre Ríos con la Historia Antigua grecolatina tiene un primer antecedente en la figura del Profesor Amaranto Abeledo, nacido en la localidad de Villa Urquiza, departamento Paraná, el 10 de enero de 1886. Abeledo fue abogado y profesor de enseñanza secundaria, ambos títulos otorgados por la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) . Tuvo una experiencia de formación en los Estados Unidos de América en los años 1912-1913. Fue docente de Historia Antigua en el Colegio Nacional dependiente de la UNLP y adscripto al Instituto de Historia Clásica y Medieval de la FFyL de la UBA. En 1915 publicó el libro Fuentes de Historia griega, al que más tarde le suma Visiones de Grecia (1939) producto de un viaje al país balcánico . A pesar de residir en Buenos Aires, Abeledo no pierde el vínculo con Entre Ríos y la región, pues en la década del 20’ fue miembro de jurados de Historia en el Instituto del profesorado de la UNL y co-director de la Revista Universitaria del Litoral que se publicaba en Paraná .

En su faceta de divulgador Abeledo colaboraba con los periódicos porteños La Nación y La Razón. En tanto que como pedagogo publicó dos manuales de enseñanza de la historia. Uno de ellos, titulado Equipos para trabajos prácticos de Historia Universal, publicado por Editorial Kapeluz, contaba de seis tomos, Oriente, Grecia, Roma, Edad Media, Moderna y Contemporánea . Un ejemplar del tomo dedicado a Grecia sería con posteridad incorporado a la caja de herramientas de otro helenista entrerriano; el Profesor Juan Carlos Wirth .

Nacido el Colonia Suiza Nueva Helvecia, en el departamento de Colonia, Republica Oriental del Uruguay, el 17 de octubre de 1907, en el seno de una familia protestante de origen suizo alemán, el Profesor y Abogado Juan Carlos Federico Wirth tiene el mérito de ser el padre de la historiografía paranaense sobre el mundo antiguo. Con el agregado de que su incursión al pasado griego, e incluso a la profesión historiográfica, es bastante tardía. Wirth estudia abogacía, en paralelo con la carrera pastoral, en Buenos Aires . Tras graduarse se instala en Paraná, en 1931, para trabajar en el Estudio Jurídico de Salomón Rohtman. Su presencia en la ciudad se ve interrumpida en 1944 cuando se ve obligado a regresar a Uruguay a causa del gobierno militar del 43’ .

Su segunda etapa en la ciudad estuvo marcada por el ingreso al INPS para cursar la carrera de Profesor en Historia que culminó en 1950. En la cátedra de Historia de Roma y Edad Media y trabajos prácticos fue alumno de la gran historiadora entrerriana Beatriz Bosch con quien luego lo uniría una gran amistad . Una vez graduado, y para poder dedicarse en exclusivo a la docencia, delega en su yerno Horacio Tepsich las responsabilidades vinculadas al Estudio Jurídico. Hasta 1960, sin embargo, su carrera no experimenta grandes cambios.

Al año siguiente fue invitado a Zurich para dar una conferencia en la Sociedad Suiza de Amigos de España, Portugal y América Latina . Ese viaje fue un punto de inflexión en su trayectoria. Una visita “fugaz” al Museo de Arte Cretense de Heraklion en la isla de Creta, en junio de 1961, lo ubicó por primera vez ante los restos materiales de la cultura y civilización minoica. La fascinación fue instantánea. Desde entonces, y hasta el fin de sus días, se dedicó con devoción al estudio del mundo minoico. Dos años después, en el primer número de la ya mencionada revista Presencia, aparece publicado su artículo “Impresiones de una visita al Museo de Arte Cretense de Heraklion”. Un nuevo viaje a Europa en el 64’, esta vez a Suiza y Alemania, le permite otra escapada a Grecia e indagar con más profundidad en el Museo de Heraklion . El propio Wirth (1965) relata que fueron tres días en el museo y que contó con la guía inestimable del Director del mismo, el arqueólogo griego Stylianou Alexiou . El producto de esa visita es otro texto, “Pintura al fresco en el Museo de Heraklion”, aparecido en el número dos de Presencia (1965).

En paralelo comienza su labor como docente en la Cátedra Historia de Grecia y trabajos prácticos en el INPS donde, al parecer, propuso crear la Cátedra Culturas Pre-históricas del Egeo, que fue rechazada por falta de presupuesto en 1962 (Arnaiz, 1982:25). Como maestro el Profesor Wirth es descrito, por quienes fueron sus estudiantes, como apasionado y exigente. Utilizaba muchos recursos visuales, como mapas y diapositivas, que le permitían explayarse en sus explicaciones. Los entrevistados también señalan la lectura y análisis de fuentes en clase, en especial, los poemas homéricos. Indican además que en una ocasión les hizo traducir un capítulo del libro Le Code Secret de l’Odyssée de Gilbert Pillot .

En Heraklion pudo presenciar el Disco de Festos que lo intrigaba sobremanera. Él mismo menciona que adquirió una copia del Disco en Atenas para poder estudiarlo. No es casual entonces que en el número tres de Presencia aparezca publicado “El Disco de Faistos y los enigmas que encubre” (1967) bajo su firma. A ese mismo Disco le dedicó una nota aparecida en el diario La Prensa de Buenos Aires (1966) y otra en La Acción de Paraná (1970). Además, fue el tema que expuso en el I SNEC de Mendoza en 1970 con un trabajo titulado “Las últimas novedades sobre el Disco de Faistos” .

El profesor Wirth acostumbraba a colaborar con la prensa para fomentar la divulgación de los temas que investigaba. Hasta donde ha llegado esta indagación, entre 1966 y 1971 publicó seis notas en los periódicos La Prensa, La Acción y El Diario. A los mencionados sobre el Disco de Festos hay que sumar dos sobre arte minoico publicados por La Prensa (1967) y dos sobre la civilización cretense aparecidos en La Acción (1968) uno, en El Diario (1971) el otro. Un promedio de una nota por año.

La casualidad obró a su favor. El millonario rumano George Hurmuziadis, radicado en Atenas, amante de la cultura y literatura hispanoamericana, tradujo sus artículos de Presencia al griego demótico para la revista Nea Estía de la capital helénica. Ese hecho fortuito le facilitó el acceso a una beca de la Embajada de Grecia para visitar yacimientos arqueológicos. El viaje lo hizo acompañado de su esposa en agosto de 1970 a bordo del barco Kinaros de la compañía de navegación Atlántico-Austral. En la capital griega lo recibió Hurmuziadis (Wirth, 1972:20-24), gentileza que pudo devolver un año más tarde cuando el rumano visitó Paraná entre septiembre y marzo de los años 1971-1972. Visita que incluyó una conferencia de Hurmuziadis sobre “la Hélade y su arte” .

Pero el hecho más relevante de aquel viaje fue su arribo al yacimiento de Akrotiri en la isla de Santorini, que los antiguos llamaban Tera. Fue en ese lugar donde conoció al autor más influyente de su carrera; el arqueólogo Spyridon Marinatos, padre de la actual Directora del Departamento de Estudios Clásicos de la Universidad de Illinois Nanno Marinatos . Su encuentro con Marinatos está relatado en el libro De Entre Ríos a la Grecia Inmortal (1970:45-58) en el que Wirth plasmó sus recuerdos de aquel viaje . Lo importante para nuestro propósito es la influencia que la tesis de Marinatos (1950), que vinculaba el hundimiento de una parte de la isla de Tera a causa de una erupción volcánica en el segundo milenio antes de Cristo con el mito platónico de la Atlántida, ejerció sobre Wirth . El nombre de Marinatos y su tesis se volvió harto conocida para sus estudiantes de ahí en más. En 1971 dictó un curso en el Instituto titulado “El misterio de la Atlántida resuelto”, donde abordó la tesis mencionada. Sin embargo, donde más se evidencia esa influencia es en el libro Resonancias contemporáneas de pre-historia helénicas (1974) en que Wirth despliega con erudición lo aprendido en Akrotiri. De alguna manera Marinatos fue su mentor. La admiración que sentía por el griego es evidente. Volvió a encontrarse con él en otro viaje que Wirth realizó a Grecia en 1974, esta vez, con una beca de la compañía naviera propiedad de la familia Simou.

Juan Carlos Wirth, el primero de izquierda a derecha, durante el I SNEC realizado en Mendoza en 1970. (Foto aportada por la familia Wirth-Tepsich)

El reconocimiento a nivel nacional le llega con la creación de la AADEC donde ocupa un lugar destacado en la Comisión Directiva. Fue miembro fundador y Secretario de Relaciones Públicas para 1977. En 1979 integra el órgano de fiscalización junto a Cardarelli y Manuel Sánchez Márquez de La Plata. Por entonces también reemplazó a Visñovezky como titular del Ateneo Paraná. Además, como se mencionó antes, fue organizador del III SNEC . En 1976 acompañó a Celia Ortiz de Montoya al IV SNEC y en 1980 organizó la conferencia que el Presidente de la AADEC, Dr. Alberto Vaccaro, dictó en Paraná sobre “La mujer en la Antigüedad” .

Colega de Wirth en el Instituto Nacional del Profesorado fue la Profesora María Agustina Buscas de Kinnen, a cargo de la Cátedra Historia de Roma y Edad Media y trabajos prácticos hasta 1983. No destacó como investigadora pero como docente dejó un buen recuerdo en sus estudiantes. Por su parte, Beatriz Bosch, dedicada de lleno a la Historia Regional, mantuvo, no obstante, un vínculo con la historia antigua, como lo evidencian dos datos específicos. Primero, el testimonio de la Profesora Norma Menna de Vesco, sucesora de Kinnen en la Cátedra de Historia de Roma y Edad Media y trabajos prácticos, que recuerda haber rendido el examen final de la materia con la Prof. Bosch por ausencia de Kinnen en 1966 . Segundo, la información aportado por Arnaiz (1982) que registra una conferencia dictada por Bosch titulada “los Estudios Clásicos en Entre Ríos” en 1972. La fecha es significativa porque coincide con la etapa de Bosch como Rectora del Instituto y la más prolífica de Wirth como organizador de actividades vinculadas a la cultura clásica.

En 1976 la profesora Susana Raquel Solari de Larghi, graduada en 1966, ingresó a la cátedra de Historia de Grecia como adscripta. Desde esa fecha, y hasta 1980, se desempeñó como Secretaria del Ateneo Paraná bajo la presidencia de Wirth. Más tarde, tras el fallecimiento del propio Wirth, el 11 de agosto de 1986, ocupó la titularidad de la cátedra Historia de Grecia en el Instituto Nacional Superior del Profesorado . Al igual que Kinnen y Menna de Vesco, la profesora Solari de Larghi no se dedicó a la investigación. Se entiende así la afirmación de la profesora Marta Alesso, ex presidenta de la AADEC, que afirma que tras la muerte de Wirth “no tenemos conocimiento de una continuidad de los estudios clásicos en Entre Ríos” . Lo que continuó fue la docencia, no la investigación .

En el caso de Paraná una posible respuesta a este abandono de la investigación y la divulgación de la Historia Antigua, tal vez radique en el carácter enciclopedista que el Instituto Nacional Superior del Profesorado le asignaba al conocimiento histórico. La vigencia de una matriz positivista en un contexto de cambios epistemológicos y teóricos contribuyó a que se acrecentara la natural tendencia del Instituto a enclaustrarse. En la década de 1960 las cátedras de historia de la FCE UNL, en especial las que dictaba José Carlos Chiaramonte, viven una etapa de transformación teórica y metodológica . En ese clima de renovación historiográfica comienza a gestarse un debate epistemológico que sentó las bases para un mejoramiento de los contenidos académicos (Hadad, 2019). Como la FCE y el INPS convivían en un clima de competencia la tendencia era la atomización y no la colaboración. Esos aires de una Nueva Historia que se respiraban en los pasillos de la FCE no alcanzaron a sus homólogos del Instituto Nacional Superior del Profesorado .

Otro paranaense que en las décadas de 1960/1970 se dedicó a la enseñanza de la Historia Antigua y su difusión académica fue Alberto Jaime Masramon. Nacido en la capital entrerriana en 1923, egresó del Instituto Nacional del Profesorado Secundario en 1945. En dicho Instituto ejerció la docencia en la cátedra de Arqueología hasta 1961. Más tarde, emigró a la costa del Uruguay donde ocupó diversas cátedras en el Profesorado de la Escuela Normal de Maestros y Profesores “Mariano Moreno” de Concepción del Uruguay . Entre estas, ocupó la Cátedra de Historia de Grecia. Además, fue miembro del cuerpo consultivo de dicho Profesorado, y Secretario y Director de la Revista Ser que se publicaba allí. De hecho, el grueso de sus publicaciones sobre Historia Antigua la encontramos en esta Revista; “Gloria y ocaso de Atenas” (1962), “El tormento de la cruz en el mundo romano” (1963), y “Pericles y Aspasia, emblemas del triunfo de la cultura ateniense” (1977).

Todos estos historiadores coincidían en un punto; la idea de que Occidente era heredera del Mundo Grecorromano. Pero Wirth, que era protestante, identificaba esa herencia con los valores asociados al liberalismo político, Masramon, en cambio, que era católico, la vinculaba con el cristianismo . En todo caso, esa presencia de la antigüedad en el mundo contemporáneo legitimaba su estudio y enseñanza. Como contraparte, la Edad Media ocupaba un lugar marginal en los programas de estudio y en las publicaciones académicas al ser considerada una etapa oscura y desconectada con el presente . Con el tiempo, ya entrada la década de 1990, la Historia Antigua fue desligándose de la actualidad y su lugar pasó a ser ocupado por la Historia Argentina y la Historia Reciente.

III. Filosofía.

En el IV SNEC, realizado en la ciudad de Resistencia entre los días 20 y 23 de septiembre de 1976, una octogenaria Celia Ortiz de Montoya expuso su trabajo titulado “En los Orígenes de la antropología filosófica”. La presencia de la destacada pedagoga paranaense en un evento organizado por la novel Asociación Argentina de Estudios Clásicos puede resultar llamativa. Sin embargo, para quien se ha familiarizado con su historia de vida no es tan extraño. Fernández Doux de Demarchi (2021:240-286) señala que la trayectoria de Ortiz de Montoya se divide en dos etapas intelectuales, la didáctica y la filosófica. A esta última, que inicia más o menos a mediados de 1950, corresponde su interés por la filosofía griega.

Celia Ortiz nació en Paraná el 27 de noviembre de 1895. Cursó estudios de grado en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata entre 1916 y 1921. Con la creación en Paraná de la Facultad de Ciencias Educacionales, dependiente de la UNL, comenzó su carrera como docente universitaria. Allí dictó las cátedras Didáctica General, Práctica de la Enseñanza e Historia de la Educación. Por entonces, en la FCE, el profesor Juan Ramón Álvarez Prado estaba a cargo de la cátedra Historia de la Filosofía I que abarcaba la filosofía griega en su totalidad. David O. Crocce dictaba las cátedras de Latín y Carlos María Onetti la de Literaturas Clásicas.

En 1925 viaja a Europa donde tiene la oportunidad de conocer a destacadas personalidades del mundo de la enseñanza como Adolphe Ferriére, Edouard Claparéde y Giuseppina Pizzigoni . A través de esta última tomó contacto con las ideas renovadoras de María Montessori . Esa experiencia influye en su obra más trascendente la Escuela Integral Activa llevada adelante en la Escuela Normal de Paraná y que significó toda una innovación pedagógica para la ciudad y el país.

Se había doctorado en Ciencias de la Educación en 1929, y ese mismo año titulariza en la cátedra Historia de la Educación. En 1931 la restauración conservadora puso fin a la Facultad de Ciencias Educacionales que fue reemplazada por la ahora llamada Escuela Normal Superior “José María Torres”, que luego, en 1934, será el Instituto Nacional del Profesorado Secundario. Celia Ortiz mantuvo las cátedras que tenía en la FCE una vez que se creó el INPS. Pero en 1931 obtuvo permiso para llevar adelante el Ensayo de Escuela Integral Activa sobre adquisición de técnicas y desarrollo de la personalidad infantil. El éxito del mismo le dio fama nacional, pero duró poco . En 1932 se dio por finalizado por intervención de las autoridades políticas .

Los años que siguen son un insistir en esa empresa de una educación “como posibilidad de libertad creadora” (Demarchi, 2021:275). Todo lo cual se condensa en los tres tomos de su obra Historia de la Educación y la Pedagogía (1960). Unos años antes le había llegado la jubilación de oficio de parte del Gobierno Nacional (1955). Con ella se daba por terminada su primera etapa intelectual.

La restitución a sus labores de docencia dio marcha a una segunda etapa que abarca las dos décadas siguientes. Aquí es donde comienza su indagación más profunda en la filosofía griega y cristiana tardo romana. En el INPS dicta la cátedra Filosofía General que compartían las carreras de Castellano y Literatura, Historia, Geografía, Inglés y Matemáticas . También es el período en que se vincula en profundidad con sus colegas clasicistas del INPS; Beatriz Bosch, que fue su alumna y amiga, Juan Carlos Wirth y Vicente Oscar Viñovezky. Nada nos indica que formara parte de la AADEC o que interviniera en la organización del III SNEC . Sin embargo, al leer sus textos vemos que el interés por la filosofía griega está ahí. No es azaroso tal interés, se vincula a la crisis que Celia Ortiz percibía como una marca de nuestra sociedad actual y la educación como herramienta para lidiar con dicha crisis.

Celia Ortiz, a la izquierda, junto a Juan Carlos Wirth. Detrás, la Profesora Beatriz Bosch. (Foto aportada por la familia Wirth-Tepsich)

En uno de esos textos, Problemas de Filosofía, que publicara la revista Universidad (1958), rastrea el origen del método filosófico en la antigüedad. Sócrates y la mayéutica, la dialéctica platónica, la teoría del silogismo y demostración de Aristóteles y, para culminar, San Agustín y Santo Tomás, como referentes de una primera etapa histórica. Pero este texto revela también sus lecturas de Jenófanes, Parmenides y Empédocles, así como clasicistas modernos tales como León Robin y Werner Jaeger . Más adelante, en La misión de la filosofía en el mundo actual y la crisis contemporánea, publicado en la misma revista (1961), nos lleva por Platón nuevamente, por Boecio y San Agustín .

Finalmente, en el mencionado texto, que fue expuesto en el IV SNEC de Resistencia, bucea en los poemas homéricos en busca de los problemas antropológicos desarrollados en la primera etapa de la filosofía griega. Cuestiona la tendencia de dividir la historia de la filosofía en Grecia en dos etapas, cosmológica una, antropológica la otra. Su análisis de Homero procura demostrar que ya en la poética conviven intereses cosmológicos con otros de corte antropológicos. Trataba de defender así la idea de que el objeto de la filosofía es el hombre. Por tanto, su vínculo con la educación es evidente, pues sólo esta puede dar lugar a un espíritu creador libre. Filosofía y paideia van de la mano en el pensamiento de Celia Ortiz de Montoya.

Como docente destaca su generosidad y trato para con los estudiantes. Además del ejemplo que dejó como una profesional de la educación que nunca daba por terminada la etapa de formación. Lo suyo era una práctica constante de estudiar y aprender. Su casa de calle Rivadavia, hoy Alameda de la Federación, siempre estaba abierta para recibir a estudiantes y ex alumnos a quienes asesoraba y obsequiaba libros de su autoría o de otros. La Dra. Celia Ortiz de Montoya falleció en Paraná en el año 1985.

IV. A modo de cierre.

Los años 60 y 70 del siglo pasado fueron una etapa muy fructífera para los Estudios Clásicos en Paraná y Entre Ríos. Esta investigación ha procurado recuperar las trayectorias de aquellos académicos e intelectuales que lo hicieron posible. Como vimos, muchos de ellos se acercaron al mundo grecolatino desde otras áreas de interés. La mayoría alternaba sus investigaciones y actividades sobre cultura clásica con otros intereses académicos, políticos y culturales. No es casual que los individuos estudiados coincidieran en otros espacios, como la filial local de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) o la colección Entre Ríos de la Editorial Colmegna. Tampoco lo es que entre ellos se forjaran lazos personales que iban más allá de lo meramente laboral.

Lo que se puede inferir, a modo de conclusión, es que la trascendencia de los Estudios Clásicos estaba estrechamente ligada a dos aristas; la cuestión de la identidad y la de la enseñanza. Los clasicistas estudiados percibían la cultura clásica como parte central de la identidad argentina. Ya sea que fuese por su condición de nación hispana, cristiana, católica u occidental, la Argentina era heredera del mundo grecolatino. Por tanto, la cultura clásica era también cultura nacional. De ahí la trascendencia de su estudio y conocimiento. Algunos de los personajes mencionados, en especial Wirth, Visñovesky y Masramon, tenían esa convicción de que los valores que hacen a la identidad argentina se fundan en el pasado grecolatino. Lo que implicaba inscribir a la Argentina dentro de un grupo más amplio como es el de la cultura Occidental.

Si Argentina era un país occidental cuyo origen estaba en el mundo grecorromano, los Estudios Clásicos podían aportar herramientas para una mejor educación. Eran capaces de constituir una guía instructiva para configurar sujetos democráticos que debían desenvolverse en una sociedad libre. Celia Ortiz, Wirth, Bosch, Melella y Visñovezky le asignaban al conocimiento de los antiguos y su cultura una relevancia dentro de sus prácticas educativas. Frente a los desafíos pedagógicos de hoy el pasado grecorromano acudía al rescate. Tal convicción iba más allá de cualquier diferencia metodológica a la hora de dictar sus cátedras. Aunque, la mayoría de los clasicistas aquí analizados tenían una matriz positivista y humanista.

En conclusión, los Estudios Clásicos tenían relevancia porque eran considerados útiles en el presente, como signo identitario de un país novel y como instrumento de formación educativa. Empero, a principios de 1980 esa situación cambió. Las causas fueron varias. A nivel político, el trauma que significó para nuestra sociedad la dictadura, iniciada el 24 de marzo de 1976, exigió prestar más atención a la historia reciente, con el fin de encontrar respuestas o explicaciones al horror. A nivel institucional, la creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos polarizó aun más la competencia entre las Facultades universitarias radicadas en la ciudad y el Instituto Nacional Superior del Profesorado. La desaparición en la FCE de las cátedras de lenguas clásicas junto con una menor y casi nula vinculación entre los dos centros de estudios echó por tierra todo lo anteriormente construido. A nivel académico, cierto avance teórico, epistemológico y de método, que aconteció en las disciplinas que atraviesan los Estudios Clásicos, no tuvieron repercusión local. En consecuencia, la investigación fue perdiendo terreno en favor de la enseñanza. A nivel de relaciones personales, la tendencia, en la FCE, pero aun más en el INPS, era la de trabajar solo, por tanto, no se formaron nuevos investigadores ni se aprovecharon los vínculos nacionales e internacionales generados. La formación de equipos de cátedra, de proyectos de investigación o Institutos y Centros de Estudios hubiera permitido formar recursos humanos. Pero nada de eso sucedió.

A pesar de todo, el legado de estos clasicistas de la Baxada del Río Paraná es enorme y corresponde a las nuevas generaciones de estudiosos de la cultura clásica construir sobre dicha herencia. En los últimos años se han tomados acciones en esa dirección desde diferentes cátedras de las carreras de Filosofía, Literatura e Historia de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. En 2008 se realizaron las Primeras Jornadas Multidisciplinarias “El problema del Mito”, que sirvieron de antecedente para las I Jornadas Interdisciplinaria “El Mito: sus problemáticas y resignificaciones” de 2015. Estas últimas jornadas fueron el resultado de dos proyectos de investigación dirigidos por el Prof. Claudio Lizárraga que, además, se zanjó con un libro publicado en 2016. Ese mismo año y en 2018 se llevó a cabo el Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Antigua y Medieval del Litoral. Sin embargo, el paso más trascendente fue la refundación del Ateneo Paraná en el año 2016. Hay razones, entonces, para creer que Paraná seguirá siendo un centro de investigación, enseñanza y difusión de los Estudios Clásicos.

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Recibido: 04 de Noviembre de 2022

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